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De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos.
Santiago Rusiñol
Los que llevan condecoraciones son como las tiendas de poco género que todo lo exhiben en el escaparate.
Al trabajo le llaman virtud los que no tienen que trabajar, para engañar a los que trabajan.
Si fuera cierto que el viajar enseña, los revisores de billetes serían los hombres más sabios del mundo.
El juego es altamente moral. Sirve para arruinar a los imbéciles.
Cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón.
Las flores a los muertos son para que las vean los vivos.
Una revolución es el triunfo de los ambiciosos de abajo sobre los medrosos de arriba.
La variedad de las pretensiones no tiene fin. Hasta existe quien tiene la pretensión de no tenerlas.
Las mejores cartas de amor están escritas por los que no están enamorados.
Engañar a los hombres de uno en uno es bastante más difícil que engañarlos de mil en mil. Por eso el orador tiene menos mérito que el abogado o el curandero.
Déjame vivir ilusionado, que para lo que dura la vida, más vale engañarnos seriamente, y no andar en controversia.
Si no pudieran contar sus enfermedades, hay muchos que no estarían enfermos.
La mujer hermosa es un peligro. La mujer fea un peligro y una desgracia.
Para pedir limosna hay que ir limpio, pero maltrazado. El pobre que va decentemente no causa pena y el que va sucio da asco. Hasta la compasión se ha de inspirar con mesura.
Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla.