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La hermosura es una carta de recomendación escrita por Dios.
Santiago Ramón y Cajal
La adversidad sigue a la ventura como la sombra al cuerpo. Ambas, parecen, en efecto, fases alternativas de la irremediable ondulación del humano destino.
Al cavilar sobre las limitaciones del espíritu humano siéntese algo así como abatimientos de rey destronado, nostalgias y desfallecimientos del águila alicortada y prisionera.
¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?
El que toma las cosas a broma es siempre vencido por el que las toma en serio.
Es vulgarísima verdad que, en grado variable, el afán de aprobación y aplauso mueve a todos los hombres...
Lo malo de un país no consiste en su debilidad, sino en que ésta sea ignorada de quienes tienen inexcusable obligación de conocerla.
Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento.
Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.
Como hay hombres consagrados de por vida a la defensa de una sola verdad, hay otros votados a un solo error.
Aún en las ciencias más perfectas nunca deja de encontrarse alguna doctrina exclusivamente mantenida por el principio de autoridad.
La casualidad no sonríe al que la desea, sino al que se la merece.
Sólo la acción tenaz en pro de la verdad justifica el vivir y consuela del dolor y de la injusticia.
El arte de vivir mucho es resignarse a vivir poco a poco.
Te quejas de las censuras de tus maestros, émulos y adversarios, cuando debieras agradecerlas. Sus golpes no te hieren; te esculpen.
Apártate progresivamente, sin rupturas violentas, del amigo para quien representas un medio en vez de ser un fin.
A nadie cuesta más que a aquel que mucho desea.
Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas.
Muchas veces he pensado si el mal no está puesto en el Universo como un tema de trabajo y un incentivo a nuestra curiosidad.
Procuremos agradar e instruir: nunca asombrar.
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.
Los débiles sucumben, no por ser débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo les sucede a las naciones.
Poco vales si tu muerte es deseada por muchas personas.
En política todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad.
En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero.
Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!
Al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia.
De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio.
Si la hipótesis no se conforma con los hechos hay que rechazarla sin piedad, e imaginar otra explicación exenta de reproche.
He aquí una evidencia que es también una norma; los únicos tónicos de la voluntad son la verdad y la justicia.
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
Es difícil ser buen amigo de los amigos, sin ser algo enemigo de la equidad.
La gloria, en verdad, no es otra cosa que un olvido aplazado.
Evita los amigos y protectores ricos y necios. A poco que los trates, te verás convertido en su amanuense o en su lacayo.
Las perezosas células cerebrales solo encienden su luz -inspiración- bajo el látigo de las emociones penosas.
La erudición oportuna que tanto nos seduce en ciertos amenísimos conversadores, no es, a menudo, sino el arte sutil de llevar al interlocutor al terreno de recientes lecturas.