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A veces la más grande de las victorias se construye sobre muchas derrotas previas.
Santiago Posteguillo
Todos podemos perderlo todo en cualquier momento, sólo nuestro sentido común, nuestro conocimiento, puede ayudarnos a sobrevivir.
Os reíais de un hombre que es capaz de luchar aun después de muerto. Si cada uno de vosotros tuviera en su pecho la mitad de espíritu que ese cónsul muerto, hace tiempo que acamparíamos en medio del foro de Roma.
El alma humana no atiende a lo que en momentos de sosiego y sensatez otros han pensado y diseñado con atención y racionalidad: leyes, normas, costumbres. No, el miedo quiebra todo eso.
Si deseas que algo pase desapercibido lo mejor es no mencionarlo.
Publio Cornelio Escipión rompió a hablar como un torrente al que sus aguas hubieran contenido en un embalse hasta que la presa revienta y desparrama el líquido como un mar de furia.
En estos tiempos saber diferenciar entre quién te sigue por interés y quién te defiende por lealtad es esencial.
No hay nada que halague más al ego de un hombre que creer que sabe más de todo que una mujer y más aún cuando se trata de amar. En poco tiempo sabrás tú mucho más que él, pero que él nunca lo sepa.
Las batallas se pueden ganar con el corazón, pero las guerras sólo se pueden ganar con la cabeza.
Y no hay mayor error que infravalorar la capacidad de reacción del contrario.
Por la victoria o la muerte. Lo que los dioses nos concedan -exclamó Escipión.
Un hombre enamorado no es el mejor de los soldados.
En este mundo hay que aprender a observar primero y hacer las preguntas adecuadas después. Quien yerra en cualquiera de estos dos puntos está condenado al sufrimiento propio y el de toda su familia.
Así es como se conoce realmente a las personas. En sus reacciones ante lo inesperado.
La firmeza en la negociación empieza por ser puntuales en el encuentro.
Cuando el terror está acechando, las normas, las leyes, se doblan, se cambian, se ignoran.
Es sorprendente lo que puede uno equivocarse en esta vida.
Publio, eres procónsul de Roma, general en jefe de las legiones V y VI y eres el único magistrado de Roma que ha derrotado por completo a Aníbal en una batalla campal, el único que ha conquistado África. ¿Sabes cómo te llaman los soldados? -Publio negó con la cabeza-. Te llaman Africanus, el conquistador de África.
No, no es superfluo lo que uno necesita para vivir con paz de ánimo y cada uno tenemos derecho a necesidades distintas.
Cuando peor están las cosas la única solución es la disciplina, las órdenes y pensar que los superiores saben lo que hacen.
El amor nos hace vulnerables y la desesperación, torpes. Cuando ambos se combinan la mezcla es mortífera, haciendo que uno cometa errores fatales.
Sólo en el peor de los desastres conoce uno la auténticavalía de los hombres.
La luna, silenciosa, nadaba inmaculada sobre la superficie de un Danubio en calma que navegaba hacia un mar ajeno a las pasiones de los hombres.
El campo de batalla une a los hombres de forma extraña.
Se puede tener mucho dinero y no ser más que un esclavo. A veces no es más rico el que más tiene, sino el que menos desea.
Ante la duda es mejor ser implacable.
La guerra nos lleva a la gloria, pero la guerra nos conduce por la miseria y el dolor.
Sé fiel a ti mismo y lo demás vendrá por sí solo.
Pero, quizás esto no fuera importante, pues ¿qué puede hacer un pequeño gorrión para contravenir el curso de la historia?
El orgullo y los halagos con frecuencia nublan nuestra razón.
Los ciudadanos de Sidón, acostumbrados a ser siempre víctimas de las guerras de otros pueblos, lo contemplaban todo con la calma resignada, estoica de quien está acostumbrado a sufrir casi siempre y a disfrutar con intensidad las pocas veces en que eso era posible. Ahora, una vez más, tocaba padecer.
Lo justo no agrada nunca a los que se acostumbraron a la injusticia, y más aún cuando ésta era provechosa para ellos.
Lo imposible, si realmente uno cree en ello, puede ser posible.
¿cómo se puede conquistar el amor de una mujer si para ello es inevitable destruir antes a su padre?
Aquel que no esté dispuesto a combatir hasta el final, aquel que no esté preparado para conquistar lo inconquistable, para derrotar al invencible, para triunfar allí donde otros fracasaron, que no deje esta ciudad.
Trajano no necesitaba de consejeros imperiales para saber eso. No había que ser ni un genio ni un filósofo griego para saber que a más impuestos menos gastaba la gente y la economía del Imperio terminaría en un colapso absoluto que no interesaba a nadie. Sólo los imbéciles eran incapaces de no ver algo tan sumamente simple.
Cada variable era una posibilidad, cada posibilidad una incertidumbre, cada incertidumbre una oportunidad.
Cuanto más leas ahora, de cualquier cosa, seguramente algún día te hará mucho bien.
El dinero no se deja atacar sin devolver el golpe. Siempre vuelve y lo hace con fuerza.
No iba ser fácil. Nada importante lo es.