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La mujer no es más que una caja de resonancia que responde a cada diferente nota pulsada sobre ella.
Santiago Lorén
Empezaba a considerar que el mundo, al fin y al cabo, era como un inmenso escenario, y que el ser más feliz es el que se conforma con ver la función. Había que evitar toda intervención en la farsa.
Sabía que el elegir era algo así como ser lanzado al agua después de haber aprendido a nadar por correspondencia.