Imágenes
Te sigo a vos, vos a mí, los dos la seguimos a ella, ella a ellos, ellos a nosotros. Así andamos por la vida, siguiéndonos. Sin rumbo.
Sandro Centurión
Nuestros pies tenían por costumbre encontrarse al borde de la cama, antes de saltar.
Ya no succionamos sangre de cuellos indefensos. Ahora, escribimos historias breves, que atrapan las almas de lectores desprevenidos.
Un cuento siempre es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Para hacer el amor se necesitan, como mínimo, dos personas; resulta mejor si al menos una de ellas es real.
A los silencios también se los lleva el viento.
La promiscua lectora lee y hace el amor, sin pestañear, y sin mover los labios.