Imágenes
Todas las mujeres de edad avanzada que yo conozco pueden dividirse en tres clases: las ancianas amables, las mujeresancianas y las viejas brujas.
Samuel Taylor Coleridge
No hay un espíritu bien conformado al que le falte el sentido del humor.
Sólo quien ama su hogar, ama también su patria.
¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño, soñaras? ¿Y si al soñar fueras al cielo y allí recogieras una extraña y hermosa flor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano? Ah, ¿entonces qué?
Sólo los sabios poseen ideas; los restantes hombres, en su mayor parte, son poseídos por ellas.
Ved aquí un buen indicio o criterio del genio: si progresa o se desarrolla, o bien si sólo da vueltas sobre sí mismo.
¡Denostáis el rapé! ¡Quizás es él la causa final de la nariz humana!
Suena como a leyenda del país de los espíritus el oír que algún hombre llega a alcanzar lo que merece, o que alguien merece lo que alcanza.
Prosa: palabras en el orden más adecuado; poesía: las palabras más adecuadas en el orden más adecuado.
Los críticos son, de ordinario, gentes que, si hubieran podido, hubieran sido poetas, historiadores, biógrafos; han probado sus talentos en una u otra forma, pero han fracasado; por ello han decidido dedicarse a la crítica.
En política, lo que comienza con miedo suele terminar con insensatez.
Algunos hombres son como los vasos de cristal sonoro; para que produzca sus mejores sonidos deben estar mojados.
Para muchas personas, la experiencia es como los rayos de luz que salen de una embarcación: sólo alumbran el sendero por donde pasan.
Toda reforma, aun cuando sea necesaria, será llevada por los espíritus mediocres hasta un extremo tal que, a su vez, necesite ser reformado.
Los hombres buenos y los malos lo son menos de lo que lo parecen.
La brisa buena sopló, la espuma blanca voló, el surco seguía libre detrás; éramos lo primero que alguna vez irrumpía dentro de ese mar silencioso.
Yo tengo la firme convicción de que la causa última de todos los males en el mundomoral y en el natural está en despertar la actividad intelectual.
He aquí un buen criterio para medir al genio: observad si progresa o sólo da vueltas sobre sí mismo.
Los consejos son como la nieve; cuando más suave cae, más dura en el suelo y más se profundiza en la conciencia.
El único y verdadero espíritu de tolerancia consiste en tolerar conscientemente la mutua intolerancia.
Sin una brisa, sin una ola, ¡permanece con la quilla alzada!
Reza mejor, quien ama mejor a todas las cosas, grandes y pequeñas; porque el querido dios que nos ama, él hizo y ama a todas.
El hielo estaba aquí, el hielo estaba allí, el hielo estaba todo alrededor: ¡crujía y gruñía, y rugía y aullaba; como ruidos en lo salvaje!
La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo.
No es imposible que para algún ser infinitamente superior, todo el universo sea como una sola llanura, que la distancia entre los planetas sea apenas como los poros de un grano de arena, y que los espacios entre un sistema y otro no sean mayores que los intervalos entre un grano y el contiguo.
El matrimonio más feliz que yo podría imaginarme es el de un sordo con una ciega.
Bajo el agua seguía gruñendo, aún más fuerte y aterrador: llegó al barco, se quebró el puente; el barco cayó como plomo.
Con mástiles torcidos y proa sumergida, como el perseguido a gritos y a golpes aun pisa la sombra de su enemigo y hacia adelante dobla su cabeza, el barco iba rápido, fuerte rugía el estrépito y hacia el ojo del sur escapábamos.
No hubo nunca un gran poeta que no fuera, al mismo tiempo, un profundo filósofo.
Los invitados se encuentran; la fiesta comienza: puedes oír el feliz clamor.
Para la mayoría de los hombres, la experiencia es como las luces de popa de un barco, que iluminan sólo el camino que queda a la espalda.
La amistad es un árbol que nos cobija.
Ningún hombre hace nada, por un solo motivo.
¡Qué seres más descontentadizos somos! ¡Poco menos que todo es necesario para hacernos felices y poco más que nada basta para tenernos quejosos!
Hay casos en los que se puede aprender más y de más valor, de la historia de una palabra, que de la historia de una guerra.
No existe nada más contagioso que el entusiasmo.
Los tres fines que un estadista debe proponerse en el gobierno de su nación son: seguridad a los que poseen; facilidad a los que tratan de adquirir; esperanzas a todos.
¡Oh sueño de felicidad! ¿Es esto en verdad La torre del faro que veo? ¿Es ésta la colina? ¿Es ésta la iglesia? ¿Es éste mi propio país, el mío?
Veloz, veloz volaba el barco, pero navegaba suave también: dulce, dulce soplaba la brisa, en mí solo soplaba.
Todos los pensamientos, todas las pasiones, todos los placeres, todo lo que estimula nuestra mortal existencia, todos son ministros del amor y atizadores de su sagrada llama.