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Las personas recuerdan aquello que quieren recordar y no lo que en verdad ha sucedido.
Ryszard Kapuściński
En América Latina, decía, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible.
¿Es de los nuestros o es uno de ellos? - preguntó el soldado sentado junto a la camilla. - No se sabe - le respondió el enfermero tras unos instantes de silencio. - Es de su madre - dijo uno de los soldados que permanecían de pie a un lado. - Ahora ya es de Dios - agregó otro, pasado un rato. Se quitó la gorra y la colgó en el cañón de su fusil.
La selva es igual que el desierto, sólo que en verde.
La tecnología, al limitar el contacto interhumano al signo electrónico, empobrece y ahoga ese riquísimo lenguaje extraverbal.
Hay un cierto egoísmo en lo que escribo, siempre quejándome del calor, el hambre o el dolor que siento, pero es terriblemente importante tener autentificado lo que escribo porque ha sido vivido.
Es cierto que el Otro a mí se me antoja diferente, pero igual de diferente me ve él, y para él yo soy el Otro.
El ser humano no sólo crea cultura y vive en su seno. El ser humano la lleva dentro, él es cultura.
El hombre mezquino se hunde cada vez más en la mezquindad, cada vez más se enreda en ella. Hasta que perece.
Web Du Bois era de la opinión de que los negros debían quedarse en los países donde vivían, mientras que Garvey opinaba que todos los negros, estuviesen donde estuviesen, debían regresar a África.
El nacionalismo es algo intrínsecamente malo por dos motivos. Primero por creer que unas personas son, por su pertenencia a un grupo, mejores que otras. Segundo, porque cuando el problema es el otro, la solución implícita de este problema siempre será el otro.
El blanco, que se ha convertido en sir, master, bwana kubwa, es el incuestionable amo y señor, enviado por Dios para gobernar a los negros.
Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.
La xenofobia, parece decir, es una enfermedad de sujetos miedosos y con complejo de inferioridad que tiemblan ante la perspectiva de verse obligados a reflejarse en el espejo de una cultura ajena.
Malo, depravado y abyecto por naturaleza no lo es el individuo, sino el sistema en que le ha tocado vivir.
Escritor es aquel al que escribir le resulta más difícil que a las demás personas.
Los pequeños países del Tercer Mundo tienen la posibilidad de despertar un vivo interés sólo cuando se deciden a derramar sangre. Es una tristeverdad, pero así es.
Existió sin existir en ese limbo entre la vida y la muerte que es el purgatorio de los locos.
La malaria cerebral es el temible azote del África tropical.
Para ser periodista hay que ser buena persona ante todo.
Además, el criterio no es axiomático sino práctico, concreto: el mal es aquello que perjudica a otros.
Sin la memoria no se puede vivir, ella eleva al hombre por encima del mundo animal, constituye la forma de su alma y, al mismo tiempo, es tan engañosa, tan inasible, tan traicionera.
Nuestra Patria no puede albergar a unos lobos políticos que han saqueado el país.
La idea del apartheid era pérfida hasta tal punto que, con el tiempo, sus mayores víctimas habían empezado a ver en ella ciertas ventajas, una oportunidad de independencia.
Cuando me pidieron ir a la guerra de Irak yo dije que no: no me interesaba este tipo de cobertura que depende sólo de los boletines del estado mayor. Así no hay periodismo posible, ya que no hay forma de saber sobre el terreno en qué medida esa información refleja o no la realidad.
Si el mundo se rigiese por el sentido común, ¿habría nacido la historia? ¿Existiría?
El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse.
En el Tercer Mundo, hay que tener una de estas dos cosas, o tiempo, o dinero. Es un principio férreo del oficio de reportero.
Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo estaba tomando el mundo y las grandes transformaciones que se preparan.
La fortuna es una rueda, cuyo continuo movimiento a nadie deja gozar largo tiempo de la felicidad.
Le escribo a la gente de cualquier parte suficientemente joven para tener curiosidad acerca del mundo.
Inmovilizar a los más débiles para venderlos en el mercado, los reyes comerciaban con sus súbditos; los vencedores, con los vencidos; y los tribunales, con los condenados.
Los ideólogos del apartheid se defendían: somos partidarios, decían, de que todo el mundo viva cada vez mejor y pueda desarrollarse.
Ser historiador es mi trabajo. Estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo. Todo periodista es un historiador.
La unidad del mundo, tan difícil de conseguir en la realidad empírica, se consuma en nuestros cerebros, en las capas de una memoria enmarañada y confusa.
Sabían que tales cosas no existen, que la esencia de África consiste en su infinita diferenciación.
Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.
Siglos de desprecio, humillación y sufrimiento han creado en ellos un complejo de inferioridad y un sentimiento de dañomoral jamás reparado que anida en lo profundo de sus corazones.
Un hombre no empuña un hacha para proteger su cartera, sino en defensa de su dignidad.
Yo, el negro, no soy sino aquel que el comerciante blanco, invasor y verdugo, puede raptarme en mi casa o terruño, encadenarme.