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Siempre creí que el amor consistía en encontrar a la persona adecuada, pero en realidad de lo que se trata es de escoger a la persona adecuada ¿no crees? Se trata de realizar una buena elección y entregarse de corazón.
Rosa Montero
Nuestros prejuicios nos encierran, nos achican la cabeza, nos idiotizan; y cuando estos prejuicios coinciden, como suele suceder, con la convención mayoritaria, nos convierten en cómplices del abuso y la injusticia, como en el caso de Wilde.
El mayor logro de este país, en la transición, fue la creación de una derecha y una izquierda tolerantes y modernas. Y eso se consiguió gracias a que unos y otros arrinconaron a sus propios energúmenos.
La identidad no es más que el relato que nos hacemos de nosotros mismos.
Recuerdo que yo era muy pequeñita cuando mi padre toreaba en Madrid, que después dejó para dedicarse en una ladrillera. Recuerdo que él ingresaba al cuarto de baño vestido de padre normal y luego, cuando salía, estaba vestido de dios, lleno de brillos, relumbrando alamares.
Son mañosas las palabras, y rebeldes, y huidizas. No les gusta ser domesticadas. Domar una palabra (convertirla en un tópico) es acabar con ella.
Hasta los idiotas tienen inquietudes trascendentes y aspiran alguna vez a la eternidad.
Los cuentos para niños, tan sabios, lo dicen claramente: nos pasamos la vida besando ranas convencidas de que podemos transmutarlas en apuestos príncipes.
El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante.
Escogemos lo que queremos ver, y nuestro mundo no es más que una traducción muy reducida del mundo.
La crítica literaria profesional de los periódicos y demás, en general, salvo honrosas excepciones, es de muy mala calidad y casi nunca te enseña nada.
Las novelas son como sueños diurnos que el escritor sueña con los ojos abiertos. Son imágenes, o frases, o conceptos, que de repente se encienden dentro de tu cabeza, sin que sepas por qué, y que te obligan a escribir sobre ello.
La doctrina dogmática suele decir que la realidad es así, y le creemos a tal punto que no tenemos que pensarla más. Eso es conformismo y contra eso estoy.
Cuanto más se envejece, más se siente que saber gozar del presente es un don precioso, comparable a un estado de gracia.
Quizá uno empieza a envejecer en el momento en que empieza a dolerle la memoria.
Desconfía de aquellos que poseen más respuestas que preguntas.
Se sentía tan ligera que hubiera sido capaz de echarse a volar. Era prodigioso comprobar lo poco que pesaba un corazón feliz.
La felicidad es minimalista. Es sencilla y desnuda. Es una casi nada que lo es todo.
El oficio de novelista es sin duda enormemente solitario... Escribir una novela lleva muchísimo tiempo y es un tiempo de soledad.
El autor joven siempre escribe de sí mismo aun cuando hable de los demás, y el autor maduro siempre escribe de los demás aun si habla de sí mismo.
Nuestro destino es un misterio y quizás el sentido de la vida no sea más que la búsqueda de ese sentido.
Ser viejo era tener un pasado irremediable y carecer de tiempo para enmendarlo.
A mí siempre me han dado miedo los que tienen más respuestas que preguntas.
La existencia está tejida de un material de mala calidad que se encoge con el uso.
Para ser, tenemos que narrarnos, y en ese cuento de nosotros mismos hay muchísimo cuento: nos mentimos, nos imaginamos, nos engañamos.
Desde que me recuerdo como persona, me recuerdo escribiendo.
Siempre he pensado que uno se hace escritor desde la pérdida. Del dolor de perder nace la obra.
Es difícil creer que el destino de un hombre sea tan bajo que le lleve a nacer sólo para morir.
La gente no se divide en ricos y pobres, negros y blancos, derechas e izquierdas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, moros y cristianos. No. En lo que se divide de verdad la humanidad es entre buena y mala gente.
La literatura está llena de cosas inútiles absolutamente necesarias.
El terror gana batallas pero pierde guerras, porque en el corazón de los humanos hay un irreprimible anhelo de libertad.
Es necesario aprender a amar en la infancia, como se aprende a caminar o a hablar.
Cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra.
Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable.
¿Qué consejos darías a un escritor novel con ganas de empezar a publicar? Paciencia, perseverancia, constancia, disciplina y aguante.
El periodismo al que me dedico, que es el escrito, de plumilla, de articulista y reportera, es un género literario como cualquier otro, equiparable a la poesía, a la ficción, al drama, al ensayo. Y puede alcanzar cotas de excelencia literaria tan altas como un libro de poemas o una novela.
Cuando el dolor que se experimenta es tan agudo que uno teme no poder soportarlo, no hay tristeza, sino desesperación, locura, furia.
El sentido de escribir es buscar el sentido de la existencia.
A veces las relaciones que se cimentan en el daño son más persistentes que las que se basan en el amor.
El cuento es como asomarse a una ventana y la novela como caminar por el paisaje.