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Yo sé, que también los bolcheviques tienen algunos yerros, sus rarezas, excesiva intransigencia, pero yo los comprendo plenamente y los justifico: no se puede por menos de ser firme como la roca a la vista de esa masa informe y gelatinosa que es el oportunismo menchevique.
Rosa Luxemburgo
La democracia es indispensable para la clase obrera, porque sólo mediante el ejercicio de sus derechos democráticos, en la lucha por la democracia, puede el proletariado adquirir conciencia de sus intereses de clase y de su tarea histórica.
La clase obrera no estará en condiciones de crear una ciencia y un arte propios hasta que se haya emancipado de su situación actual como clase.
A pesar de que los obreros crean con sus manos el sustrato social de esta cultura, sólo tienen acceso a la misma en la medida en que dicho acceso sirve a la realización satisfactoria de sus funciones en el proceso económico y social de la sociedad capitalista.
En toda sociedad de clases, la cultura intelectual (arte y ciencia) es una creación de la clase dominante; y el objetivo de esta cultura es en parte asegurar la satisfacción directa de las necesidades del proceso social, y en parte satisfacer las necesidades intelectuales de la clase gobernante.
La Historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor escuela para el proletariado.
Socialismo o barbarie.
La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas.
Nos incumbe a nosotros defender, no sólo el socialismo, no sólo la revolución, sino también la paz mundial... La paz es la revolución mundial del proletariado. Hay una sola manera de imponer y salvaguardar la paz: ¡la victoria del proletariado socialista!
Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia.
De motor del desarrollo capitalista, el militarismo se ha vuelto una enfermedad capitalista.
Quien no se mueve, no siente las cadenas.
Cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada es una acusación; y es un criminal quien, con inconsciencia brutal, aplasta una pobre lombriz.
No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.
Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta derrota una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta derrota florecerá la victoria futura.
La revolución proletaria debería arrojar un rayo de bondad para iluminar la triste vida de las prisiones, disminuir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos -las cadenas y azotes- mejorar en lo posible la atención médica, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor!
El liberalismo económico es la zorra libre en el gallinero libre.
Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.
Sin elecciones generales, sin libertad de prensa, sin libertad de expresión y reunión, sin la lucha libre de opiniones, la vida en todas las instituciones públicas se extingue, se convierte en una caricatura de sí misma en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.
La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de otro modo.
Es necesario preparar a las masas en forma tal que ellas nos sigan con entera confianza.
¡El orden reina en Berlín! ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!
Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico.
El conjunto de la sociedad, consideran y tratan a la crisis como algo fuera de la esfera de la voluntad y el control humanos, un golpe fuerte propinado por un poder invisible y mayor, una prueba enviada desde el cielo, parecida a una gran tormenta eléctrica, un terremoto, una inundación.
La potencia del proletariado está fundada sobre su conciencia de clase, sobre su energía revolucionaria, que es dada a luz por esa conciencia, y sobre la política independiente, resuelta y consecuente de la socialdemocracia, la única que puede desencadenar esa energía de las masas y moldearla como un factor decisivo en la vida política.