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La vida es una serie de muertes y resurrecciones.
Romain Rolland
La guerra es el fruto de la debilidad y necedad de los pueblos.
No es equivocado el decir que la mujer es la mitad del hombre; pues un hombre casado es un hombre a medias.
Me parece detestable la guerra, pero los elogios provenientes de los que no participar en ella más aún.
Un héroe es todo aquel que hace lo que puede.
El escepticismo, acribillando la fe de ayer, preparó la fe de mañana.
La razón es un sol severo: ilumina pero ciega.
Uno comete errores, que es la vida. Pero nunca es un error haber amado.
La tiranía es implacable y cruel porque es cobarde y débil.
He destacado, en mi colección, una cantidad de ejemplos realmente aterradores por cuanto denuncian la sordera mental de hombres inteligentes, llenos de buen gusto para otras cosas, de quienes, además, respeto infinitamente los trabajos en otros dominios.
La vida es un combate sin grandeza, sin felicidad, sostenido en la soledad y el silencio.
La primera de las virtudes es la alegría; es preciso que el que obra bien se regocije de su propia conducta.
Cuando se discute no existe superior, ni inferior, ni títulos, ni edad, ni nombre: sólo cuenta la verdad; delante de ella todo el mundo es igual.
Si hay un lugar sobre la faz de la tierra donde todos los sueños de los hombres han encontrado un hogar desde el primer día en la existencia del hombre, es la India...
Cada cual lleva en sí mismo un pequeño cementerio a los que ha amado.
Los hombres hacen las costumbres; las mujeres hacen a los hombres.
Considero odiosa la guerra pero lo son más aquellos que la cantan sin hacerla.
Es el trabajo del artista crear luz cuando el sol falla.
Nadie nunca lee un libro. Se lee a sí mismo a través de los libros.
Dudó, y pensó, sin decidirse, durante varios años; y tantas veces como retomaba el proyecto, lo abandonaba, arrastrado sin cesar por el torbellino de sus pasiones y de sus melancolías.
Cuando el orden es injusticia, el deorden es ya un principio de justicia.