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Necesito saber, dime tu nombre... ¿De dónde sale el sol, y de qué se esconde?
Roberto Iniesta
Si llega la policía... no es pecado vida mía, ponerse a disparar.
No necesito que haya nada entre tú y yo: la piel. No necesito nada de tu corazón: beber.
Por conocer a cuantos se marginan, un día me vi metido en la heroína. Aún hubo más, menuda pesadilla... crucificado a base de pastillas.
Sin nada mejor, que andar por dentro hurgándome, sin nada mejor que hacer, tostándome al sol, hurgando en el recuerdo y no lo entiendo mejor que ayer.
Y ahora me noto que no me late el corazón, ya ni me lavo y la mierda me da su sabor.
Van tan deprisa nuestras almas que se arrollan, que se encuentran cuando nuestros cuerpos follan... son, nuestras almas son dos versos que se rozan.
No le hace falta nadie para ver su Dios, en ídolos de piedra o de cartón.
Luego todo acabó y ahora sólo queda el mal humor. A veces nacer y a veces ganas de acabar con tó...
Viviendo bajo el agua como un pez, no entiendo por qué me muero de sed.
Busco un mundo mejor y escarbo en un cajón, por si aparece entre mis cosas.
Me levanté hasta los huevos de vivir, te vi pasar y ahora ya vuelvo a sonreir.
Vivir a la deriva, sentir que todo marcha bien, volar siempre hacia arriba y pensar que no puedo perder.
Para contarte, que quisiera ser un perro y oliscarte, vivir como animal que no se altera, tumbado al sol lamiéndose la breva, sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenarán, si por Tutatis el cielo sobre nuestras cabezas caerá...
Me estoy reformando. Te miro, me hincho, me tiro a los cactus desnudo, pero no me pincho. Me estoy reformando todas las mañanas y ahora hago siempre todo lo que me da la gana.
Qué importa que me engañes y luego me sonrías, si solo eras la yegua que yo más quería.
Me tortura tanta duda, polla dura no cree en Dios.
Salir, beber, el rollo de siempre, meterme mil rayas, hablar con la gente y llegar a la cama y ¡joder!... qué guarrada sin ti.
Qué vergüenza, Señoría. ¿Cuánto cuesta su amnistía?
Desde que tu no me quieres yo quiero a los animales, y al animal que más quiero es al buitre carroñero.
Y verás el resurgir, poderoso, del guerrero, sin miedo a leyes ni a nostalgias; y caer mil veces más y levantarse de nuevo, sin más bandera que sus güevos.
Y si fuera mi vida una escalera me la he pasao entera buscando el siguiente escalón, convencido de que estás en el tejado esperando a ver si llego yo.
¿Y por qué no sale sola? Porque no le da la gana. Dice que si no se droga, dice que no siente nada.
Y sin pedirle nada a cambio al diablo el alma le dí...
Mi ejército no tiene bandera, es sólo un corazón.
Voy a empaparme en gasolina una vez más, voy a rasparme a ver si prendo, y recorrer de punta a punta la ciudad, quemando todos tus recuerdos.
Y ahí voy, a romper las telarañas de tu corazón.
Ya que preguntas, para ahogar mis penas, me fui de putas la noche entera.
Sin patria ni bandera, ahora vivo a mi manera.
Fotos de un cajón rompen mi cabeza, recuerdo su olor y se me pone tiesa.
Paso las horas sin hablar, menos a veces que me vuelvo loco. Y mi cabeza, ¿dónde está? la estoy perdiendo de poquito en poco.
Arranqué un ramo de flores, se lo regalé a mi amante, dijo que no las quería, que estaban mejor antes.
Nos cogimos de la mano, nos echamos a volar y a la vez reir, y a la vez llorar.
Cierro los bares, se me abre la imaginación, cierro los ojos y el recuerdo me mata, vuelvo a la vida si te abres bien de patas.
¿Por qué coño hay tantos maderos a mi alrededor? Nadie puede escapar si todo es una prisión.
Miente el destino para hacer que no te vuelva a ver. Miente: si dice no, me miente; si dice sí, me miente; y si calla, también miente.
Ya todo el año me hace daño y me vuelvo a llevar a patadas con la primavera.
Me gusta mucho tener ideas contradictorias, porque así, aunque siempre meta la pata, siempre tengo razón.
Bebe rubia la cerveza para acordarse de su pelo.
Agarrados del aire viviremos, no me importa dónde vamos. Apriétame bien la mano que un lucero se me escapa entre los dedos.