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El camino al cielo podría ser más corto, pero sería más empinado.
Roberto Fontanarrosa
Estamos en la época del material deshechable.
No juzgar a los hombres por sus actos. Condenarlos.
El pavo real abre su cola sin importarle si es día feriado.
Todavía faltan tres.
La Eulogia es una santa. No como mi cuñada que sufre el Síndrome de la Abeja Reina. Se cree una reina y es un bicho.
Creo que si no se entiende que esto es una pasión, y las pasiones son bastantes inexplicables, no se entiende nada de lo que pasa en el fútbol.
Cáncer es una palabra grave.
El ciego, al lavarse la cara, se reconoce.
Si crees en la reencarnación, no te rías de la fealdad del sapo.
¿Y usted cómo se gana la vida?
Entre el yin y el yang, me quedo con el yen.
La hiena ríe pues no piensa en el mañana.
El amor es ciego. Practica Braile con tu amada.
Te regalaría las estrellas, pero te has empecinado en un par de zapatos.
¿Por qué esta agresión gratuita?
¿No andará mal de la vista, don Inodoro?
Dios está en todas partes. Aburre.
El espíritu del virtuoso es como un espejo. Te miras en él y puedes peinarte.
No creo que los niños sean felices hoy en día. En mi época quemábamos gatos con napalm. Éramos simples.
Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas.
La muerte nivela a güenos y malos, don Inodoro. Lo malo es que nivela para bajo.
Una palabra puede herir. Pero un martillazo es feroz.
Cuando alcancé la sabiduría, ella me miró y dijo: Ya me alcanza cualquiera.
Mientras más brillante la luz, mayor el gasto.
Simula reír la hiena. Pero no entiende los chistes.
Vi una estrella caer. Pedí un deseo. Y la estrella cayó en tu casa.
El dinero es el único dios sin ateos.
Quien ríe último, de la desgracia ajena, ríe mejor.
Lo que he observado es que Dickens escribía con letra muy pequeña, sin duda como reflejo de la estrechez que pasaban sus personajes.
Soy crítico meteorológico, señor. La tormenta de anoche. Floja iluminación de los relámpagos, yuvia repetida, escenografía pobre y pésimo sonido de los truenos en otro fiasco de esta puesta en escena de Tata Dios. Una típica propuesta de verano, liviana, pasatista, para un público poco exigente.
Estar solo no es nada. Lo malo es darse cuenta.
Lo que yo pido es que atendamos esta condición terapéutica de las malas palabras. Lo que pido es una amnistía para las malas palabras, vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar...
Decimos: Haz como la hormiga, que trabaja todo el día ¡No sabemos cuán jóvenes mueren!
Es obvio. Uno prefiere que guste el trabajo, pero a eso de escribir para los escritores yo no le encuentro la gracia. La cosa son los lectores.
Usté no está gorda. Es un bastión contra la anorexia apátrida.
Consulté con mi almohada y me dijo: Consulta con tu médico.
Sentarme a dibujar todos los días es algo que me gusta. Siempre me ha gustado dibujar, me ha gustado contar. O sea, el mío es un trabajo vocacional y el gusto lo sigo manteniendo.
Estuvo divertido el pesebre viviente este año.
Lo llamaron científico, estadista y pensador. Pero nunca fue tan feliz como cuando lo llamaron Bichi.