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Es decir la literatura de Allende es mala, pero está viva, es anémica, como muchos latinoamericanos, pero está viva. No va a vivir mucho tiempo, como muchos enfermos, pero ahora está viva.
Roberto Bolaño
La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái; pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tiene el valor sabiendo previamente que va a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura.
No hay nada como viajar para ensanchar la cultura. Pero también para afinar la sensibilidad. Conocí Israel, Egipto, Túnez, Marruecos. Al final de mis viajes volví con un solo convencimiento: no somos nada.
En el fondo, la parodia, sólo disfraza el deseo enorme de ponerse a llorar.
Me parece una mala escritora, simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea una escritora, es una escribidora.
23 de diciembre Hoy no paso nada. Y si pasó algo es mejor callarlo, pues no lo entendí.
Viejo puto mamón de las almorranas de su puta madre, le vi la mala fe desde el principio, en sus ojillos de mono pálido y aburrido, y me dije este cabrón no va a dejar pasar la oportunidad de escupirme, hijo de su chingada madre.
Escribir no es normal. Lo normal es leer y lo placentero es leer; incluso lo elegante es leer. Escribir es un ejercicio de masoquismo; leer a veces puede ser un ejercicio de sadismo, pero generalmente es una ocupación interesantísima.
La libertad es como un número primo.
Yo no me siento el mejor narrador chileno, ni siquiera me preocupa eso. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir es hacerlo con una mínima decencia, que no me avergüence al cano de un tiempo de lo que he escrito, no lanzar palabras al vacío.
De un escritor como Günter Grass uno puede esperar una obra maestra hasta en el lecho de muerte, aunque por ahora todo parece indicarnos que Mi Siglo (Alfaguara) será el penúltimo de sus grandes libros.
En este país siempre hemos confundido lucidez con terquedad. Creemos ser lúcidos, pero en realidad somos tercos.
La soledad sí que es capaz de generar deseos que no se corresponden con el sentido común o con la realidad.
Belano, le dije, el meollo de la cuestión es saber si el mal (o el delito o el crimen o como usted quiera llamarle) es casual o causal. Si es causal, podemos luchar contra él, es difícil de derrotar pero hay una posibilidad, más o menos como dos boxeadores del mismo peso. Si es casual, por el contrario, estamos jodidos. Que Dios, si existe, nos pille confesados. Y a eso se resume todo.
También, como Bukowski, sus novelas son notablemente inferiores a sus cuentos.
Déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos.
Ay, las casualidades, valen verga las casualidades. A la hora de la verdad todo esta escrito. A eso los pinches griegos lo llamaban destino.
De la posibilidad de que cuando la novela despierte de su sueño de hierro, el cuento siga allí.
Todos tenemos algún antepasado imbécil. Todos, en algún momento de nuestras vidas, encontramos el rastro, las huellas vacilantes del más pelmazo de nuestros antepasados, y al mirar ese rostro huidizo nos damos cuenta, con estupor, con incredulidad, con horror, de que estamos contemplando nuestra propia cara que nos hace guiños y muecas amistosas desde el fondo de un pozo.
Todo el Realismo Visceral era una carta de amor, el pavoneo demencial de un pájaro idiota a la luz de la luna, algo bastante vulgar y sin importancia.
Una mujer que a pesar de los años conservaba intacta su determinación, una mujer que no se aferraba a los bordes del abismo sino que caía al abismo con curiosidad y elegancia. Una mujer que caía al abismo sentada.
PLAYBOY: ¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?
En una palabra: lo mejor es la experiencia. No le diré que la experiencia no se obtenga en el trato constante con una biblioteca, pero por encima de la biblioteca prevalece la experiencia.
Mi patria es mi hijo y mi biblioteca.
Corolario. Hay que releer a Borges otra vez.
Me subo a la moto y atravieso las calles en donde gente más extraña que tú y que yo se prepara para pasar un sábado divertido, un sábado a la altura de sus expectativas, es decir un sábado triste y que no llegará jamás a encarnarse en lo que fue soñado, planeado con minuciosidad, un sábado como cualquier otro, es decir un sábado peleón y agradecido, bajito de estatura y amable, vicioso y triste.
Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.
Mi única patria son mis dos hijos, Lautaro y Alexandra. Y tal vez, pero en segundo plano, algunos instantes, algunas calles, algunos rostros o escenas o libros que están dentro de mí y que algún día olvidaré, que es lo mejor que uno puede hacer con la patria.
Todo político con poder, en materia de arte es como una perdiz monstruosa, gigantesca, capaz de aplastar montañas con sus saltitos, mientras que todo político sin poder es sólo como un cura de pueblo, una perdiz de tamaño natural.
Me siento como Pinocho.
Luego todo se convirtió en una sucesión de hechos concretos o de nombres propios o de verbos o de capítulos de un manual de anatomía deshojado como una flor, interrelacionados caóticamente entre sí.
Las metáforas son nuestra manera de perdernos en las apariencias o de quedarnos inmóviles en el mar de las apariencias. En este sentido una metáfora es como un salvavidas. Y no hay que olvidar que hay salvavidas que flotan y salvavidas que caen a plomo hacia el fondo. Eso conviene no olvidarlo jamás.
Si la voluntad se relaciona con una exigencia social, como creía William James, es más fácil ir a la guerra que dejar de fumar.
Así que todo nos traiciona, incluida la curiosidad y la honestidad y lo que bien amamos. Sí, dijo la voz, pero consuélate, en el fondo es divertido.
Me conmueven los lectores a secas, los que aún se atreven a leer el Diccionario filosófico de Voltaire, que es una de las obras más amenas y modernas que conozco. Me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos. Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejor almohada que existe.
El humor y la curiosidad son la más pura forma de inteligencia.
... algo razonable y visionario, un ejercicio de inteligencia, de aventura y tolerancia. Si la literatura no es esto más placer ¿qué demonios es?
¿Y quién confía usted? En la gente que come cuando tiene hambre.
BOLAÑO: Yo nunca llevo la contraria.
En París es distinto. La gente se aleja, la gente se va empequeñeciendo, y uno tiene tiempo, aunque no quiera, de decirle adiós. En África no, allí la gente habla, te cuenta sus problemas, y luego una nube de humo se los traga y desaparece, como desapareció Belano aquella noche, de golpe.