Imágenes
Los ojos transmiten ideas, por eso los cierro de vez en cuando, a fin de no verme obligado a pensar.
Robert Walser
No desearía a nadie ser yo. Sólo yo soy capaz de soportarme a mí mismo. Saber tanto, haber visto tanto y, Decir nada acerca de nada.
Al suave viento del Este, colgado de la robusta rama de un roble, un gran duque que se había ahorcado agitaba los pies luchando por abandonar el reino de la absoluta certidumbre. Los idealistas descansaban tiesos en sus tumbas, implacable realidad. Qué cruel y afilada es mi pluma.
Siento que podría seguir con este relato hasta el infinito. ¿En qué consiste lo infinito, si no en una sucesión interminable de puntos?
Quizá hubiera podido convencerla a tiempo de que tenía buenas intenciones, de que su querida persona me era importante, y de que por muchos hermosos motivos quería hacerla feliz, y con ello a mí mismo; pero no me esforcé más, y ella partió.
Hace ya tiempo que debería haber acabado mis días y exhalado mi último aliento en interés de las necrológicas, que acaso más de uno habrá querido redactar sobre mi persona. En este aspecto soy muy desconsiderado...
Con todas mis ideas y necedades podré fundar muy pronto una sociedad anónima para la difusión de ilusiones hermosas, pero nada fiables.
Aquí podrás aprender muy poco, hay una falta de maestros y estudiantes de la Benjamenta no vamos a tener éxito en cualquier cosa, en otras palabras, en nuestra próxima vida todos vamos a ser algo muy pequeño y subordinado.
A menudo las apariencias engañan, señor mío, y lo mejor es dejar el juicio sobre una persona a esa misma persona. Nadie puede conocer tan bien como él mismo a un hombre que ha visto y vivido tanto.
En los cuchillos y tenedores se habían pegado las lágrimas de mis enemigos ajusticiados, y al tintineo de los vasos se unían los sollozos de innumerables desgraciados; sin embargo, las estelas de las lágrimas me daban risa, mientras que los sollozos de desesperación adquirían un sonido musical a mis oídos. Necesitaba música para amenizar el banquete, y la tenía.
Los que obedecen en su mayoría son copia perfecta de los que los mandan.
Hay que aprender a amar la necesidad, a cuidarla.
No estaría bien criticar a otros sin compasión y querer tratarme a mí mismo con delicadeza y tan cuidadosamente como sea posible. Un crítico que tal hace no es auténtico, y los escritores no deben abusar de la escritura.
¡Y esos ojos! Contemplarlos es como sumergir la mirada en algo profundo, angustiosamente abisal. Con su brillante negrura, esos ojos parecen no decir nada y expresar, a la vez, lo inexpresable, a tal punto resultan conocidos y desconocidos al mismo tiempo.
Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia.
A menudo cuesta toda una vida librarse de ciertos recuerdos, por muy irrelevantes que sean.
Algo absurdo, sí, pero este absurdo tiene una boca preciosa y sonríe.
Ya se sabe, en ningún caso hay que hablar de las cosas que uno conoce muy bien; es cuestión de decencia.
Pero ¿Acaso es sensato expresarse con claridad? ¡Oh, cómo me tortura el sol en su cénit! Ella lleva ahora un sombrero de paja y camina algo inclinada, con paso indeciso. La gente insegura puede desconcertar a la gente segura. Es decir, la gente segura convierte en segura a la gente insegura. ¿Tiene de veras el arte la misión de hacer flaquear con las flaquezas? ¡San Sebastián!
Un ganso se tiene prohibido todo atisbo de añoranza. Un ganso tiene cosas que hacer, se exige mucho y observa con desprecio sus gansadas.
Soy un rotundo seguidor de los batallones de soldados, tanto como partidario del desarme general preventivo. Evidentemente, se podría decir más sobre este asunto.