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Nadie puede creer tan sinceramente en un error que lo repute como una verdad.
Robert G. Ingersoll
El hombre que no piensa por sí mismo es un esclavo. Y un traidor a sí mismo y al resto de la Humanidad.
La Iglesia ha sido la enemiga del progreso por el motivo de que se ha esforzado por impedir que los seres humanos piensen por sí mismos. Impedir el pensamiento es impedir todo progreso excepto en la dirección de la fe.
La religión no mantiene a nadie. Tiene que ser mantenida. No produce trigo ni maíz; no ara la tierra; no derriba bosques. Es una mendiga perpetua. Vive del trabajo de otros, y luego tiene la arrogancia de de pretender que ayuda al que da.
Siempre que un hombre cree que ha recibido la verdad exacta de dios, no hay en él un espíritu de transigencia. Le falta la modestia que nace de las imperfecciones de la naturaleza humana; tiene la arrogancia de la certidumbre teológica y la tiranía que nace de la certeza inherente a la ignorancia.
Nada más evidente que el hecho de que cada nación da a su dios las características propias, y que cada individuo da a su dios sus peculiaridades personales.
Denme la tormenta y la tempestad del pensamiento y la acción, más que la calma chicha de la ignorancia y la fe.
Los creyentes en milagros nunca deberían tratar de explicarlos. No hay más que una forma de explicar algo, y es demostrarlo por medios naturales. El momento en que uno explica un milagro, ya desaparece.
Un Dios honesto es la más grande obra del hombre.
Ningún dios ha sido más adelantado que la época que lo creó.
Yo prefiero no hacer a nadie responsable. Prefiero decir: Si hay que vestir al desnudo, el hombre debe vestirlo; si el hambriento desfallece, el hombre debe alimentarlo. Prefiero confiar en la empresa humana, en la inteligencia humana, en el corazón y el cerebro humanos. No hay evidencia de que Dios haya intervenido jamás en los asuntos del hombre.
La prueba más grande de valor en este mundo es saber sobrellevar una derrota sin perder el ánimo.
El humano tiene que aprender a confiar en sus propias fuerzas. La lectura de biblias no lo va a proteger de las ráfagas invernales, sino las casas, el fuego y las ropas. Para impedir el hambre un arado vale lo que un millón de sermones.
Un creyente es un pájaro enjaulado; un librepensador es un águila que parte las nubes con alas incansables.
Esta vida es un estrecho valle entre las yertas y áridas cimas de dos eternidades. Todos nuestros esfuerzos por ver más allá de esas cumbres son estériles.
La ignorancia es la tierra en que crece la creencia en milagros.
La verdadera civilización es aquella en la que todo el mundo da a todos los demás todos los derechos que reclama para sí mismo.
La felicidad no es un premio, sino una consecuencia. El sufrimiento no es un castigo, sino un resultado.
Dicutir con un hombre que ha renunciado al uso de la razón, es como darle medicina a un muerto.
Todo lo que hay de bueno en nuestra civilización es resultado del comercio, el clima, el suelo, la situación geográfica, la industria, la inventiva, el descubrimiento, el arte y la ciencia.
En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.
Cuando la ciencia estaba en su infancia, la religión trató de estrangularla en su cuna.
La religión no admite, no puede admitir, un hombre libre. Solamente acepta el homenaje de los postrados, y desprecia las ofrendas de los que se alzan erguidos.
El presente es el resultado necesario de todo el pasado, la causa necesaria de todo el futuro.
La salvación por la esclavitud carece de todo valor. Salvar de la esclavitud es de un valor inestimable.
Las ciencias no son sectarias. Las personas no se persiguen unas a otras por cuenta de desacuerdos en matemática. Las familias no se dividen acerca de la botánica, y la astronomía no tiende a hacer a un hombre odiar a su padre y a su madre. Nos perseguimos unos a otros sobre lo que desconocemos.
La cólera es una ráfaga de viento que apaga la lámpara de la inteligencia.
El hombre piensa, debe utilizar todos sus sentidos; debe examinar; debe razonar. El hombre que no puede pensar es menos que un hombre; el hombre que no quiere pensar es un traidor a sí mismo; el hombre que teme pensar es un esclavo de la superstición.
Sólo hay una blasfemia, que es la injusticia.
Creo en la religión de la humanidad. Es mucho mejor amar a nuestros semejantes que amar a dios. A aquellos los podemos ayudar; no podemos ayudar a éste.
Se ha demostrado que... El universo es infinito. Si un universo infinito fue hecho de un dios infinito, ¿cuánto queda del dios?
El hombre no puede salirse de la naturaleza ni siquiera con el pensamiento más arriba de lo que la naturaleza no puede elevarse, más abajo no puede caer.
Las universidades son lugares donde los guijarros son pulimentados, y los diamantes, empañados.
Las manos que ayudan son más nobles que los labios que rezan.
En tanto todas las preguntas sean respondidas con la palabra dios, la investigación científica es simplemente imposible.