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Antes de anunciar mi candidatura, el 50% de la población no pensaba votar, defraudada por los partidos tradicionales. Se ha producido un terremoto que cambia la fisonomía del país.
Rigoberta Menchú
El Pueblo de Guatemala se moviliza y está consciente de sus fuerzas para construir un futuro digno.
Nosotros tenemos que ser una luz para los demás, no una oscuridad para los demás.
La democracia, el desarrollo y la modernización de un país se hacen imposibles e incongruentes sin la solución de estos problemas.
Lo que no se vale es la hipocresía y la doble moral de quienes condenan una forma de terrorismo, al mismo tiempo que tratan de justificar el terror de los estados.
Me considero una mujer militante de aquellas causas que todavía no tienen voz.
Este Premio Nobel significa un portaestandarte para proseguir con la denuncia de la vioiación de los Derechos Humanos, que se cometen contra los pueblos en Guatemala, en América y en el Mundo.
Cuando uno va madurando quisiera dejar algo, quisiera iniciar procesos. Estamos abriendo una brecha.
Lo que hoy no hago, definitivamente, es perder el tiempo acudiendo a lugares si no es fructífero para las causas que represento. Hay que centrar las fuerzas. Una iluminación propia nos guía para el futuro.
Es importante destacar hoy el respeto profundo de la civilización Maya hacia la vida y la naturaleza en general.
La tierra es raíz y fuente de nuestra cultura.
No consentiremos que el futuro se nos plantee como posibles guardias de proyectos etnoturísticos a escala continental.
Les he planteado a algunos que gobiernan lo siguiente: una cosa es tener el poder en las manos y otra es incidir. No perdono un gobierno que me diga que no tenemos recursos porque somos pobres. No, tienen el poder en sus manos: o son consecuentes o no tienen voluntad política.
Los pueblos indigenas hemos podido ocultar nuestra identidad porque hemos sabido resistir.
Una mujer con imaginación es una mujer que no sólo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio.
Soy una mujer que nunca estaría contenta en una casa olvidándome de las noticias del mundo o de los acontecimientos.
Me llena de emoción y orgullo la distinción que se me hace al otorgarme el Premio Nobel... Emoción personal y orgullo por mi Patria de cultura milenaria.
Desearía que se desarrollara en todos los pueblos un consciente sentido de paz y el sentimiento de solidaridad humana, que puedan abrir nuevas relaciones de respeto e igualdad para el próximo milenio, que deberá ser de fraternidad y no de conflictos cruentos.
Tenemos un énfasis a la formación de personas, pero no con una formación social, espiritual y material para el bien común.
Mi padre una vez me dijo: Hay algunos a los que les toca dar la sangre a otros les toca dar la fuerza, así que mientras podamos nosotros demos la fuerza.
La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.
Nosotros jamás conocimos juguetes comprados, juguetes de plástico. Pero conocimos la naturaleza. Nuestra vida fue diferente a la de niños de otras sociedades. Jugamos con la naturaleza. Nuestros abuelos tenían un respeto profundo a la tierra, a los árboles, a los animales.
Nosotros no somos mitos del pasado, ni del presente, sino que somos pueblos activos. Mientras que haya un indio vivo en cualquier rincón de América y del mundo, hay un brillo de esperanza y un pensamiento original.
El mundo ha perdido muchos valores, especialmente los de la comunicación, la memoria. A veces nuestros propios pueblos pierden su memoria histórica y no tienen toda la culpa, pues las editoriales no publican sus libros y los medios de comunicaciones crean solo fantasías de intrigas, de odios, de rencores o, simplemente, silencio.
A nosotros los mayas nos enseñan desde pequeños que nunca hay que tomar más de lo que necesitas para vivir.
Lo primero que tenemos es un profundo ser humano, detrás de una mujer, detrás de un hombre, cultivemos ese ser humano, transformemos para ser luz para otros.
Yo creo firmemente que el respeto a la diversidad es un pilar fundamental en la erradicación del racismo, la xenofobia y la intolerancia.
Este mundo no va a cambiar a menos que estemos dispuestos a cambiar nosotros mismos.
A uno le entra siempre el temor. Si a mí me pasa algo, ¡Dios, qué va a pasar con mi hijo!
Yo soy gente normal. Yo cocino. A ver si salgo en un programa de televisión cocinando un plato guatemalteco. Hago un poco de todo.
Los indígenas estamos dispuestos a combinar tradición con modernidad, pero no a cualquier precio.
Venimos hace muchísimos años intentando llamar la atención a la humanidad, de que no es posible la humanidad si no tenemos una nueva relación con la Madre Naturaleza.
La paz es hija de la convivencia, de la educación, del diálogo. El respeto a las culturas milenarias hace nacer la paz en el presente.
Occidente nos quiere uniformar, pero no somos uniformados, somos multicolores, así como somos diversos.
Nuestra historia es una historia viva, que ha palpitado, resistido y sobrevivido siglos de sacrificios.
Toda la sociedad tiene la obligación de respetarse mutuamente, de aprender los unos de los otros y de compartir las conquistas materiales y científicas, según su propia conveniencia.
No queremos asumir facturas que no son nuestras.
La lucha que libramos acrisola y modela el porvenir.
La madre tierra es para nosotros, no solamente fuente de riqueza económica que nos da el maíz, que es nuestra vida, sino proporciona tantas cosas que ambicionan los privilegiados de hoy.
Mientras yo viva, el premio Nobel que recibí tendrá un sentido.