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El capitalista es un señor que al hablar con vosotros se queda con vuestras cerillas.
Ramón Gómez de la Serna
Cuando la mujer pide ensalada de frutas para dos perfecciona el pecado original.
No hay nada más conmovedor que la risa de una mujer bella que ha llorado mucho.
El contable es un señor con el que no se cuenta casi nunca.
La ametralladora escribe los puntos suspensivos de la muerte.
Pensamiento consolador; el gusano también morirá.
La O es la I después de comer.
El caracol debía tocar el trombón que lleva a cuestas.
Las espigas hacen cosquillas al viento.
Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueño.
El beso es hambre de inmortalidad.
Lo mejor de las estatuas yacentes es que no tienen que hacerlas la cama todos los días.
Tenía orejas ideales para sostener el lápiz, y por eso hubo que dedicarle al comercio.
En realidad, los seguros de vida son seguros de muerte.
Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo.
La tortícolis del ahorcado es incurable.
En la vida hay que ser un poco tonto porque sinó lo son sólo los demás y no te dejan nada.
Un cementerio es una gran botica fracasada.
Donde rompen los amantes para siempre queda el monumento de su despedida. Lo volverán a ver intacto y marmóreo cuantas veces pasen por este sitio.
Somos lazarillos de nuestros sueños.
Lo más triste cuando no se ha llegado al primer acto de una obra teatral es que cuando vamos a sentarnos notamos que nos han dado por muertos y han ocupado nuestro asiento.
En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado.
Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matarla después.
Temblor de cristales: escalofrío de la casa.
De una bella espalda descotada salió la televisión.
Las ranas se tiran al estanque como si se echasen al correo.
Como daba besos lentos le duraban más los amores.
En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.
Cuando se vierte un vaso de agua en la mesa se apaga la cólera de la conversación.
El escritor quiere escribir su mentira y escribe su verdad.
Aburrirse es besar a la muerte.
El otro lado del río siempre estará triste de no estar de este lado. Esa pena es de lo más insubsanable del mundo y no se arregla ni con un puente.
Ese precioso y necesario don del sentido común, que es el menos común de los sentidos.
Amor es despertar a una mujer y que no se indigne.
Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo.
El lunar es el punto final del poema de la belleza.
El ciprés es un pozo que se ha hecho árbol.
El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.
Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
Si el mar está tan limpio, es porque se lava con todas las esponjas que quiere.