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Nuestras verdades no deben ser dichas a los demás sino en lenguaje metafórico o parabólico, porque a la verdad desnuda no la comprende nadie o la entienden mal y se volverá contra nosotros.
Ramón Carrillo
A la verdad hay que saberla a toda costa: la verdad sobre nosotros mismos y sobre los demás - aceptando con humildad que la verdad conocida es sólo una aproximación a la verdad real.
Se requiere saber mucho, y conocer muchas cosas para ser leal; dentro del grupo de hombres inteligentes es donde cuesta más esfuerzo.
La naturaleza humana no es buena ni mala; es neutra y está condicionada al grupo, al desarrollo mental, a las circunstancias, al medio y a las oportunidades.
Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud.
La Lealtad es cosa de la que todo el mundo habla y muy pocos la practican, por la sencilla razón de que no es una posición espiritual al alcance de todo el mundo, ni todo el mundo está preparado para ser leal.
Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.
Saber que siempre hay alguien más desgraciado que uno, más necesitado de una sonrisa y de un gesto cordial o de una ayuda.
No tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino.
La alegría es el goce más barato... Y sin embargo ¡Cuánto poder!
Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica, psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana.
En una sociedad no deben ni pueden existir clases sociales definidas por índices económicos. El hombre no es un ser económico. Lo económico hace en él a su necesidad, no a su dignidad.
Si yo desaparezco, queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé mi vida.
La utopía es pensar y anhelar algo que parece imposible algo digno de la condición de los hombres. Ponerse a trabajar, marginalmente en la utopía, pero tomando las precauciones para que nunca se cumpla del todo.
Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.
De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados.
No puede haber política sanitaria sin política social.
Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.
Debemos pensar que el enfermo es un hombre que es también un padre de familia, un individuo que trabaja y que sufre; y que todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada cantidad de glucosa en la sangre. Así humanizaremos la medicina.