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El yoga es fundamentalmente una actitud de vida. Esta actitud vital se basa en la atención, el autocontrol, la reflexión lúcida, la ecuanimidad, el sosiego y la compasión.
Ramiro A. Calle
El mayor gurú es tu yo interior. Es el dueño supremo. Es el único que puede llevarte a tu meta y el único que te acogerá al final del camino.
Cuando algo no puedo controlarlo en el exterior, al menos sé que puedo controlar mi actitud ante ello. ¡Hay tantas cosas que se nos escapan, que no podemos controlar! Pero siempre podremos controlar nuestra actitud ante todo ello y saber tomarlo con ecuanimidad y calma.
El ego es una fuente de males, tales como el apego, la envidia, los celos, el odio, la ira, el afán de posesividad, la suspicacia y el egoísmo.
El que permanece ecuánime tanto en la censura como en la alabanza, en el frío como en el calor, entre amigos o enemigos, es el maestro del yoga y carece tanto de exaltación como de depresión. El yogui, conocedor de la Verdad suprema, reside en el cuerpo como un viajero, sin deseos, siempre contento, con visión de igualdad, dueño de los sentidos.
Las prácticas del yoga tratan de eliminar el sufrimiento evitable y de enseñarle a la persona a encarar consciente y sabiamente el inevitable.
Mediante el cultivo de la atención pura, apoyada por la actitud de ecuanimidad, se va desarrollando la comprensión clara que transforma y libera.
Si tiene remedio, ¿por qué te preocupas? Si no tiene remedio, ¿por qué te preocupas?
No conozco ninguna otra cosa que sea tan ingobernable como una mente no desarrollada.
La preocupación hay que irla combatiendo mediante la ocupación consciente, que es lo que sirve, y dándonos cuenta de que preocuparse es anticiparse, desertiza el ánimo y nos fragmenta.
La mente se enreda con todo lo ilusorio y sufre desencanto, frustración y desvitalización.
El yoga es un conjunto de ejercicios destinados a otorgar sosiego a la mente, equilibrar todas las energías y procurar un bienestar total al cuerpo.
También cooperan las lecturas reconfortantes, el contacto con la naturaleza y atender a las cinco fuentes básicas de energía: alimentación sana, respiración correcta, descanso adecuado, sueño profundo y reparador y actitudes mentales sanas.
En tanto no se somete al control de la conciencia y de la voluntad, genera problema tras problema.
El esfuerzo bien medido, la atención consciente, la ecuanimidad, la visión clara, el desapego y la firme resolución.
De la concentración nace el sosiego, del sosiego la comprensión clara, de la comprensión clara la sabiduría y de la sabiduría la compasión.
El mismo yoga es el control de la mente y la capacidad para detener los pensamientos y conectarse con el propio ser, donde hay quietud, contento, equilibrio.
La conciencia es darse cuenta. Es una función maravillosa de la mente.
Es por negligencia que pensamos incontroladamente, hablamos mecánicamente y actuamos insensata o imprecisamente.
Si lo puedes remediar, remédialo. Si no lo puedes remediar, acéptalo.
Yoga es un término sánscrito que significa unión o uncir y, por extensión, armonizar.
El placer embota e incluso embrutece a algunos, pero si se sabe tomarlo como trampolín, ayuda a elevar la conciencia.
La ecuanimidad es ánimo estable, imparcialidad, mente firme, humor sereno, mentalidad imperturbada; pero no es nunca desinterés, ni falta de intensidad, ni abulia ni indiferencia, todo lo contrario.