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No son las acciones las que forman la esclavitud. La esclavitud es solamente la idea falsa: Yo soy el ejecutor de la acción. Despójate de esos pensamientos y deja que tu cuerpo y tus sentidos representen su papel, sin obstaculizarlos con interferencias.
Ramana Maharshi
Un maestro realizado puede enviar oleadas de influencia espiritual hacia mucha gente. Sin embargo, puede estar en una cueva manteniendo un silencio total.
Quien ha realizado el Yo ya no tiene cuerpo. Para los demás, sigue teniendo cuerpo, pero esto no es más que una apariencia externa. Todo es difícil de comprender, mientras uno se identifique con el cuerpo.
La única libertad que tiene el hombre es la de buscar y lograr la realización del Yo, que le permitirá dejar de identificarse con el cuerpo.
La reforma personal produce automáticamente la reforma social. Limítate a reformarte a ti mismo. El mundo se cuidará solo.
Todos los esfuerzos que se hagan en la búsqueda de la verdad, tarde o temprano conducirán al camino correcto.
La autoindagación es la única manera infalible y directa de realizar el Ser absoluto que en verdad eres.
Lo que es natural es, por necesidad, permanente.
Desde el punto de vista del Yo, no hay nacimiento ni muerte, no hay cielo ni infierno, y no hay reencarnación.
Si permaneces libre de dolor, no habrá dolor en ninguna parte. El problema ahora se debe a que ves el mundo externamente y piensas que hay dolor en él. Pero ambos, el mundo y el dolor, están en tu interior. Si miras hacia adentro, no habrá más dolor.
La hermandad basada en la igualdad es la meta suprema de la sociedad humana.
De todas las definiciones de Dios, ninguna es tan exacta como la expresión bíblica Yo soy el que soy, de Éxodo, capítulo 3.
Lo que importa es solamente lo que es natural. Esto deberá ser eterno. Lo que nace debe morir; lo que se adquiere debe perderse. Tú eres eternamente existente. El Yo nunca puede perderse.
El trabajo cumplido con apego es un grillete, mientras que el trabajo cumplido con desapego no afecta a quien lo realiza. Esta persona está en soledad, incluso mientras trabaja.
Una enfermedad nunca se cura por el sólo hecho de pronunciar el nombre de la medicina.
Dios es personal, es siempre la primera persona, el Yo, eternamente parado frente a ti. Tú les das prioridad a las cosas mundanas, por eso Él parece haberse retirado a un segundo plano. Si te desprendes de todo lo demás y sólo lo buscas a Él, quedará como lo único, como el Yo.
Lo que está destinado a pasar, pasará. Si tú estás destinado a no trabajar, no conseguirás trabajo ni aun si intentas buscarlo. Si estás destinado a trabajar, no podrás evitarlo y te verás forzado a comprometerte con él. Déjalo, pues, a cargo del poder superior; no puedes renunciar o retener a tu antojo.
Ayunar no es un fin en sí mismo. El ayuno es temporario y, realizado en forma absoluta, debilita la mente. La verdadera ayuda es el ayuno mental. Deberá hacerse un desarrollo espiritual.
Dios, que es inmanente, se compadece en su gracia del devoto y se le manifiesta en concordancia con su grado de evolución.
La mente es sólo un conjunto de pensamientos. Las ideas tienen su raíz en el pensamiento del yo. Quien investiga el verdadero Yo goza de la bendición de la gloria.
No hay diferentes felicidades. Hay sólo una felicidad, que incluye la felicidad gozada cuando se está despierto, la felicidad de todo tipo de criaturas, desde el animal más insignificante hasta el más alto brahmán. Esa felicidad es la felicidad del Yo. La felicidad que se goza en estado de vigilia es una felicidad de segunda mano, derivada de la verdadera felicidad.
Un santo ayuda a toda la humanidad sin que esta lo sepa.
Piensa en las esculturas en la base de los templos, que parecen llevar todo el peso de la torre sobre sus espaldas. En verdad el templo está construido sobre la tierra, y su peso descansa en ella. El ser humano que se apropia de la sensación de hacer es como esas figuras que se apropian de la sensación de estar soportando el peso del templo.
La atención al Yo eterno, la realidad indivisa y pura, es el único medio por el cual el individuo confundido por el pensamiento de yo soy el cuerpo puede cruzar el océano de las eternas reencarnaciones.
Sólo si se conoce la verdad del amor, que es la naturaleza real del Yo, se podrá desatar el intrincado nudo de la vida. Sólo si se alcanzan las alturas del amor, se logrará la liberación. Ésa es la esencia de todas las religiones.
El pensamiento yo soy este cuerpo de carne y huesos es el origen de todos los demás pensamientos. Por eso, si miro hacia adentro y me pregunto: ¿Dónde está ese yo?, todos los pensamientos (también el pensamiento del yo) desaparecerán, y el autoconocimiento brillará espontáneamente.
La entrega a Dios nunca será completa, mientras el devoto le pida esto o aquello al Señor.
Quien conoce el secreto del verdadero amor encuentra al mundo entero lleno de amor universal.
No hay misterio más grande que éste: siendo nosotros la realidad, buscamos obtenerla. Creemos que hay algo que oculta nuestra realidad y que debemos destruirlo para llegar a ella. Eso es ridículo. Llegará el día en que te reirás de los esfuerzos que realizabas para llegar a la realidad. Pero aquello que será en ese momento, ya es aquí y ahora.
La mejor manera de servir al mundo es la liberación del ego. Si estás ansioso por ayudar al mundo y crees que no puedes hacerlo liberándote del ego, pon en manos de Dios todos los problemas del mundo, junto con los tuyos propios.
El tiempo es sólo una idea. Sólo existe la realidad. El tiempo no importa en lo que atañe al sendero del conocimiento.
En el resplandor del Yo, la oscuridad de la ilusión se disipa para siempre.
La liberación consiste en de deshacerse de la falsa ilusión de que no estamos liberados.
No hay pasado ni futuro. Sólo existe el presente. Ayer era presente para ti cuando lo experimentabas, y mañana será presente, cuando lo experimentes. Por ende, la experiencia sólo se produce en el presente, y más allá de la experiencia nada existe.
Si quieres ayudar al mundo ayúdate a ti mismo.
Así como un buscador de perlas se ata una piedra a la cintura para sumergirse y tomar la perla del fondo del mar, cualquiera que bucee en las profundidades de su propio ser con desapego puede obtener la perla del Yo.
El Corazón es la fuente, el origen, el medio y el fin de todo. El corazón, el espacio supremo, nunca es la forma. Es la luz de la verdad.
El celibato no es necesario para el sendero de la sabiduría. Casado o no, un hombre puede realizar al Yo, porque éste está aquí y ahora, y es único.
Venerar la realidad sin formas, mediante pensamientos no pensados, es la mejor manera de venerar. Pero si alguien es incapaz de venerar a Dios sin darle formas, la veneración de formas es aceptable. La veneración sin formas sólo es posible para personas que se han desprendido del ego.
Así como el fuego es oscurecido por el humo, la brillante luz de la conciencia es oscurecida por el cúmulo de nombres y formas, el mundo. Cuando, por la compasiva gracia divina, la mente se aclare, se reconocerá que la naturaleza del mundo no son las formas ilusorias, sino sólo la realidad.