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Conversar es dar cuenta de nosotros mismos.
Ralph Waldo Emerson
Los buenos pensamientos no son mejores que los buenos sueños, si no los persigues.
Decimos que el amor es ciego, y se pinta a Cupido con una venda en los ojos. Ciego, sí, porque no ve nada que no ame.
El buen lector hace el buen libro.
Toda relación con la tierra, el hábito de labrarla, de trabajar sus minas o simplemente de cazar en ella, engendra el sentimiento de patriotismo.
Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante no son nada comparado con lo que llevamos dentro.
La primera riqueza es la salud.
Nuestra admiración por el arte antiguo no es admiración por lo viejo, sino por lo natural.
El hombre ama lo maravilloso, y ésta es la semilla de nuestra conciencia.
El escepticismo es un suicidio lento.
Haz las cosas que temes, y la muerte del temor será segura.
Los hombres son los que sus madres han hecho de ellos.
Toda reforma fue en un tiempo simple opinión particular.
No es la longitud de la vida lo que importa, sino su profundidad. No se trata de prolongarla, sino de vivirla más allá del tiempo y esto no lo conseguiremos más que viviendo para el bien.
La percepción de lo cómico es un lazo entre los hombres.
El temor es un educador de gran sagacidad y el heraldo de todas las revoluciones.
Perfeccionar cada momento, encontrar el fin de la jornada en cada paso de nuestro camino, vivir el mayor número de horas agradables, ésa es la sabiduría.
La fe que se apoya en la autoridad no es fe.
La clave para llegar a cada hombre, es su pensamiento. Firme y desafiante, él tiene un timón al que obedece, el cual es el ideal por el que todos los hechos se determinan. La única manera de cambiarle de parecer es mostrarle un ideal que supere al suyo.
Ve a menudo a la casa de tu amigo, pues la maleza prolifera en un sendero no recorrido.
Grabad esto en vuestro corazón; cada día comienza en nosotros un año nuevo, una nueva vida.
Ser grande es ser incomprendido.
Mientras que todo el mundo va tras el poder, y tras la riqueza como medio de alcanzar el poder, la cultura corrige la teoría del éxito.
Jamás leas un libro que no sea añejo por lo menos de un año.
Los hombres, tal como son, se inclinan por naturaleza a ir en pos del dinero o del poder, y del poder porque vale tanto como el dinero.
En todo el mundo, en el maravilloso balance de belleza y disgusto, se encuentran cosas malas y buenas.
Si un hombre escribe un libro mejor que los demás, predica un sermón más elocuente, o fabrica una ratonera mejor que su vecino, aunque haya edificado su morada en medio de los bosques, el mundo abrirá una senda hasta su puerta.
La Naturaleza es pródiga, pero toma siempre el camino más corto para sus fines.
Nadie debe viajar hasta que no haya aprendido el idioma del país que visita. De lo contrario se convierte voluntariamente en un bebé, tan indefenso y ridículo.
El lenguaje es la ciudad para cuya edificación cada ser humano ha aportado una piedra.
Escepticismo es incredulidad en la causa y en el efecto.
El trabajador discreto no se lamentará nunca de la pobreza o de la soledad que fueron causa o fomento de su industria.
Los antiguos llamaron belleza al florecimiento de la virtud.
No tiene que elegir las palabras quien ve claramente la verdad. Ésta le proporciona las mejores palabras.
La creación de mil bosques está contenida en una bellota.
El punto malo de la caridad es que aquellos seres cuya vida nos piden que conservemos son los que no merecen conservar la vida.
Los buenos modales se consiguen a base de pequeños sacrificios.
Nada muere; los hombres fingen estar muertos y tienen que aguantar la parodia de sus funerales y afligidas necrológicas, y ahí están, de pie, mirando por la ventana, sanos y salvos, con un nuevo y extraño disfraz.
Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo.
El espíritu es lo positivo, el hecho lo negativo.