Imágenes
Quien escribe gusta del halago, pero el "escritor" en cambio, ha de aprender a gozar con el arrecio, con el golpe de martillo sobre el yunque de su obra. Sólo así podrá forjar aiestos.
Rafael Gibelli
Tus labios rojos como orgasmos, ofrecen un durazno en cada beso y en el verbo, una flor casi azucena.