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Los dos extremos de una cuerda pueden estar muy alejados, pero son la misma cuerda.
Rafael Chirbes
Los miedos, los deseos están fuera del alcance de los bisturíes.
La vida humana es el mayor derroche económico de la naturaleza: cuando parece que podrías empezar a sacarle provecho a lo que sabes, te mueres, y los que vienen detrás vuelven a empezar de cero.
Pensaba: soy propietario de mis carencias. Mi única propiedad es lo que me falta. Lo que no soy capaz de alcanzar, lo que he perdido, eso es lo que tengo, lo que es de verdad mío, ése el vacío que soy. Tengo lo que carezco.
Gregorio se reía de aquellas palabras que no entendía demasiado bien. Imagínate lo que pasaría si mandásemos nosotros. Si mandando gente de cultura, abogados, profesores y gente así, va el mundo como va, lo que podría pasar si nos lo dejaran manejarlo a cuatro burros. Eso son cosas que decís los estudiantes porque no sabéis lo que es un obrero.
Cuando las ideas no te dejan ver la realidad, no son ideas, son mentiras.
Parece que no se le pide habilidad de artesano a un artista contemporáneo, más bien se le aplaude el ingenio.
¿De qué frágil cualidad se vuelve el hombre despojado de su cáscara textil?
Acabamos conociendo siempre tan poco a los que tenemos más cerca.
Para resistir, para seguir vivo, hace falta una buena dosis de idealismo. Capacidad para mentirse. Sólo sobreviven quienes consiguen creerse que son lo que no son.
Asfixiante y mustia la vida de las mujeres de la buena sociedad en Madrid, siempre condenadas a mantenerse alejadas de cualquier lugar en que floreciera la inteligencia.
Cultura es lo que levanta del suelo la mirada del hombre y lo lleva a descubrir el horizonte, lo que hace que el animal se ponga a caminar a dos patas aunque a veces esa posición le provoque dolores de espalda.
Los hombres vivimos y morimos solos, la individualidad es algo infranqueable.
Te inyectan el virus de la trascendencia de niño, y se convierte en una dolencia crónica que ya no se cura.
La mayoría de los escritores no entiende de literatura más de lo que las aves entienden de ornitología.
Luchamos con nuestros fantasmas cuando creemos estar peleando contra una sociedad que nos asfixia.
Los pobres no heredan bienes inmuebles ni acciones bancarias, heredan taras, enfermedades, manías y sentimientos.
En las sociedades sin dioses, lo estético se vuelve un valor indiscutible, pero, a la vez, voluble.
El dinero lo es todo cuando no lo tienes, pero, cuando lo tienes, vuelve más evidente lo que te falta.
Después de la larga guerra y de la terrible noche que la ha seguido, no queda nada que muestre síntomas de vida en España. Pensadores, científicos y poetas han muerto fusilados o han tenido que marcharse.
El ruido de la carcoma. La presencia de una piedrecita o de un clavo en el zapato: uno se empeña en seguir caminando con la esperanza de que la costumbre disimule la molestia que produce, pero ocurre al revés: la molestia se convierte en dolor y el dolor se vuelve insoportable.
La libertad, aunque se te haga extraño, aunque no te lo creas, se acuesta temprano, y duerme sus ocho horas de un tirón. La libertad se conquista teniendo un trabajo que te gusta y que te permite vivir como a ti te gusta.
A la gente le da todo igual; mientras no le tiren la basura del otro lado de la tapia, ni le llegue el olor de podredumbre a la terraza, se puede hundir el mundo en mierda.
¿Por qué todo en la vida era querer escaparse y quedarse al mismo tiempo? ¿Por qué todo era mirar siempre hacia el pasado o hacia el futuro? ¿Por qué nunca valía nada lo que uno tenía entre las manos?
Conseguir que te llegue a querer alguien que te desprecia o a quien le eres indiferente es bastante más difícil que tumbarlo a porrazos. Los hombres pegan por impotencia. Creen que pueden conseguir por la fuerza lo que no son capaces de conseguir con la ternura, con la inteligencia.
El salto atrás en la historia sólo nos sirve si funciona como boomerang que nos ayuda a descifrar los materiales con que se está construyendo el presente.
Uno se pasa la primera mitad de la vida vistiéndose, y la segunda desnudándose.
Vivir a cambio de dejar de ser uno mismo: ése era el trato que los supervivientes habían hecho con el vencedor, pero no sólo él, sino la mitad de un país. O sea, que vivir se había convertido sólo en una apariencia. No había habido conmutación de la pena de muerte, sino cambio de una muerte por otra muerte.
Envejecer juntos chapoteando en el pequeño estanque de los hábitos.
Todas las juventudes se parecen. Es en la madurez cuando empieza la diferencia, nos diferenciamos en cómo resolvemos esa desazón originaria, en cómo abordamos el cruce de caminos que se nos presenta a la salida de la juventud.
¿Qué otra utilidad sino la del sufrimiento tiene la emoción de los recuerdos si nada de cuanto nos transmiten ha de volver?
Uno se ensucia para evitarles a los hijos que tengan que hacerlo, y ellos estudian idiomas, escuchan música, conocen las playas de Normandía, llevan jerséis de cachemir y pasan sus vacaciones en cualquier país exótico, y entonces empieza a dolerte esa inocencia que has cultivado, porque es la que los está alejando de ti.
Suele ocurrir, le pasa a mucha gente: cree que vive una situación provisional y lo que está es simplemente viviendo su vida, la que le ha caído o la que se ha buscado.
La literatura, como los amantes acostumbra a vengarse de quien no se arriesga a llegar hasta el límite.