Imágenes
El hombre se adentra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio.
Rabindranath Tagore
¿Estás triste? busca a otra persona triste y consuélala: encontrarás la alegría.
Dormía, dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir y el servir era alegría.
Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás afuera a la verdad.
La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman su semilla a los cuatro vientos.
Lo falso, por mucho que crezca en poderío, nunca puede elevarse a la verdad.
Cuando mi voz calle con la muerte, mi canción te seguirá cantando con su corazón vivo.
El mayor azote de la vida moderna es tener que dar importancia a cosas que, en realidad, no la tienen.
El arco dice bajito a la flecha, al despedirla: tu libertad es mía.
Hacer preguntas es prueba de que se piensa.
Para llegar al momento de la realización es preciso atravesar el desierto de los años estériles.
Las palabras van al corazón, cuando han salido del corazón.
¿Por qué se marchitó la flor? Se marchitó la flor porque la abracé junto a mi corazón, por eso se marchitó la flor.
Buscas la alegría en torno a ti y en el mundo. ¿No sabes que sólo nace en el fondo del corazón?
Cada niño que viene al mundo nos dice: Dios aún espera del hombre.
Vivimos en el mundo, cuando lo amamos.
La diferencia entre lo sutil y lo vulgar no está más que en tu ignorancia.
La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta.
Tú no ves lo que eres, sino su sombra.
La raíz escondida no pide premio alguno por llenar de frutos la rama.
A veces nos dirigimos a Dios mendigando un poco de alegría y otras veces le brindamos nuestra propia alegría. En tales momentos nos hallamos más cerca de él, porque no es nuestra necesidad, sino nuestra alegría lo que hacia él nos empuja.
La vida merece ser vivida con todo entusiasmo y alegría. Es el don más precioso que poseemos.
Mi corazón es joyero de tu beso, dijo la nube de ocaso al Sol.
El hombre que ha de mendigar amor es el más miserable de todos los mendigos.
Deja que mi amor te rodee como la luz del sol, y que, aún así, te de libertad iluminada.
Estoy llorando, encerrado en la mazmorra de mi nombre. Día tras día, levanto, sin descanso, este muro a mi alrededor; y a medida que sube al cielo, se me esconde mi ser verdadero en la sombra oscura.
El hombre es un niño: su poder es el poder de crecer.
Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no ha perdido la esperanza en los hombres.
No es tarea fácil educar jóvenes, adiestrarlos, en cambio, es muy sencillo.
El canal se complace pensando que los ríos no existen sino para traerle agua.
Leemos mal en el mundo y después decimos que nos engaña.
Yo sé que las nubes duran sólo un momento y que el Sol es para todos los días.
La vida se nos da y la merecemos dándola.
Para los hombres, aceptar es dar; para las mujeres, dar es recibir.
El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen.
Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin.
La fe es el pájaro que canta cuando el amanecer todavía está oscuro.
Que el hastío de tu anochecer no reclame más que lo que pudo ganar el deseo de tu mañana.
En el corazón de los humanos no hay castas; allí une Dios a sus criaturas y allí mora El mismo.
Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo.