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Mustafa, el marido de Saniya, había adoctrinado a los niños en la creencia de que la pasión es la antítesis de la moralidad. Sólo cuando Amal dejó de lado la sofocante moralidad de su padre pudo experimentar la pasión.
Rabih Alameddine
Orfeo era humano, pero tocaba como un dios, y eso le hizo perder parte de su humanidad y convertirse en semidivino. Lo único que importaba era el tono perfecto, la nota última. Y entonces, como debe sucederles a todos los dioses, él... Se enamoró y volvió a ser humano.
Me abrí a ti sólo para que me desollaras viva. Cuanto más vulnerable me volvía, más rápido y más hábil era tu cuchillo. A pesar de saber lo que estaba sucediendo, permanecía quieta y dejaba que me desmembraras, tanto te amaba. Tanto.
A mi siempre me han atraído las gentes que viven en los márgenes de la sociedad. Me interesaba esa situación en que la persona, bien porque la obligan o bien por decisión propia, vive marginada de la sociedad.
Oscilé ad nauseam entre la necesidad de afirmar mi individualidad y la necesidad de pertenecer a mi clan, aterrorizada por la soledad y aterrorizada por perderme a mí misma en las relaciones. Era la oveja negra de la familia, pero una parte esencial de ella.
Para los nazis había gente innecesaria. Pero es algo que no solo hicieron ellos, lo han hecho y lo hacen muchos otros, y no solo a través de matar, sino a través de la marginación.
Aquel que se enamora, oculta su pasión y si es casto muere como un mártir. Si deseas ser un mártir podemos arreglarlo fácilmente, pero me parece que ya es un poco tarde para que ocultes tu pasión.
Soy poeta. Con tres años, ya era capaz de asombrar a cuantos eran testigos de la elocuencia con que manejaba nuestro ilustre idioma. Aprendí a leer y a escribir. Memoricé a los grandes, a los mediocres y a los muy malos. He ganado más guerras de poesía en los países sirios que cualquier otro contendiente.
Se siente sola, experimenta la soledad de una ciudad extraña en la que nadie te mira a los ojos.
La discreción es lo más aconsejable en los lances del corazón.
Quería ser escritor desde los cuatro años, aunque hice de todo para retrasar el momento de empezar a escribir. Por eso, antes me dediqué a leer mucho.
En Líbano son pocas las mujeres que llevan el pelo corto; seguramente solo una de cada cincuenta lo lleva por encima de los hombros. Supongo que tendrá que ver con la percepción de la feminidad. No queremos parecer diferentes. Hoy yo llevo el pelo recogido en un moño alto, como casi siempre. Rara vez lo llevo suelto, y sin embargo no me planteo cortármelo.
Haré lo que me pedís si no queda más remedio, pero permitidme que intente por última vez convenceros de que la discreción es lo más aconsejable en los lances del corazón.
Déjame en paz; no me culpes por escoger en la vida el camino que tú has rechazado y que seguiré hasta el día de mi muerte.
Nosotros somos más de lo que leemos, lo que comemos, lo que vestimos, nuestras parejas... Pero sí, también forma parte de lo que somos.
Algunas cosas no se pueden describir con palabras. La literatura tiene muchos límites. A través de la ficción se puede vivir hasta cierto punto, pero hay muchas cosas que los libros no pueden explicar, esa es la razón por la que se han escrito libros tan malos sobre el amor.
Cuanto más personas estén dominadas por las religiones y más ignorantes sean es mucho mejor para los gobernantes.
En Beirut, la incesante luz de la muerte lo ilumina todo, más intensa que el sol del Mediterráneo, más intensa que los misiles nocturnos rusos, más intensa que la sonrisa de un bebé. Una guerra interminable lo asola todo.
El ojo siempre corrige las imperfecciones.
Podríamos decir que cuando me teñí el pelo de azul estaba pensando en otras cosas, y dos copas de vino tinto no mejoraban mi concentración.
Comencé con los cómics, los leía en los tres idiomas en que se editaban en el Líbano -francés, inglés y árabe-. Luego fueron llegando otros autores hasta que mi pasión por la lectura se convirtió en mi profesión.
Siempre intenté caminar por un camino que nunca antes hubiera sido recorrido, tocar lo jamás tocado. Me marché del país del conformismo hacia el país del individualismo. Me marché de un país que condenaba al ostracismo a los inconformistas a uno más tolerante y más hipócrita. Dejé el Líbano y me fui a Estados Unidos.
Sus dedos exploraron felices toda mi espalda con delicadeza, suavemente, y poco a poco convirtieron mi piel en una barra libre de sensaciones deliciosas. Estaba conmovida. Hundí la cara en la almohada para ocultar mi éxtasis y mis lágrimas.
¿Puede haber algún aquí? No. Ella comprende el allí. Cuando está en Beirut, el hogar es Nueva York. Cuando está en Nueva York, el hogar es Beirut. El hogar no está nunca donde ella está, sino donde no está.
La primera vez que lees el libro no sirve: cada hombre merece una segunda cita y cada libro merece ser leído dos veces, créeme.
No hay mayor felicidad que conformarse con la vida que nos ha correspondido.
No me interesa formar parte de la cultura dominante, pero eso no significa que sea anarquista. Me gusta que exista porque de lo contrario no sería divertido ir contra ella.
Soy aquel cuyas letras eran vistas por los ciegos y cuyas palabras eran oídas por los sordos.
Cualquier religión ya sea el cristianismo, el judaísmo o el islamismo es opresiva. Unas más que otras, pero todas ellas oprimen al individuo de alguna manera.