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Todo mérito queda oculto, si no lo proclama la fama.
Publilio Siro
Es el espíritu y no el cuerpo el que hace una unión duradera.
Más amigos granjea la mesa que la inteligencia.
La caída de lo alto es mucho más peligrosa.
Es con frecuencia muy sabio olvidar lo que se sabe.
Cuando el pobre intenta imitar al rico, está perdido.
Duele ver recibir con tristeza lo que se da con alegría.
El dinero es tu esclavo si sabes emplearlo; tu amo si no sabes.
Es imposible ganar sin que otro pierda.
Para el hombre honrado las deudas son una amarga esclavitud.
El tiempo y no la voluntad ponen fin al amor.
El que manda mal, pierde la autoridad de su mando.
La hermosura del rostro es una recomendación muda.
Nada debe creerse de lo que dice un ánimo irritado.
Es más cruel temer a la muerte que morir.
Pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente.
Obedece a un ruego mejor que a una orden.
Dos veces vence el que se vence a sí mismo.
La fama de integridad constituye un segundo patrimonio.
Ningún timorato llegó a las altas cumbres.
Nada deseamos tanto como aquello que no es consentido.
Tan malo es no creer a nadie como creer a todos.
Cuando el mar está en calma todo el mundo puede ser timonel.
Nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
El merito autentico es, pudiendo hacer daño, no hacerlo.
No es suficiente que un hombre tenga el deseo de matar para que la muerte se transforme en un valor.
Me he arrepentido de haber hablado, pero nunca de haber guardado silencio.
El que da rápidamente da dos veces.
No se puede calzar el mismo zapato en todos los pies.
No olvides jamás el beneficio recibido; olvida en el acto el que has hecho.
Ama a tus padres, si son justos y honestos; en caso contrario, sopórtalos.
Donde hay concordia siempre hay victoria.
El hombre muere tantas veces como pierde a cada uno de los suyos.
Los sucesos prósperos hacen amigos; los adversos los prueban.
El sabio, viendo los vicios de los demás, corrige los suyos propios.
Ser inocente es al mayor consuelo.
Un solo hombre ingrato perjudica a todos los que sufren.
El que naufraga por segunda vez acusa injustamente a Neptuno.