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Los dichos injuriosos parece que nacen de sobrado rencor y sobrada malicia.
Plutarco
Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo.
Es bello obtener la realeza como premio a la justicia; pero es más bello aún preferir la justicia a la realeza.
Aníbal sabía lograr victorias, pero no hacer uso de ellas.
Un jefe debe tener los ojos tan puros como las manos.
La paciencia tiene más poder que la fuerza.
Quien disimular no puede, que no gobierne.
La riqueza consiste en el uso adecuado de los bienes.
Es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto -la primera cosa que pueden conseguir los hombres- es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda.
El amor a la paz es verdaderamente divino.
No nos cansemos de hacer bien a nuestros semejantes.
Nadie puede ser justamente envidiado.
Entre los desórdenes del alma, la envidia es el único inconfesable.
Nadie dice que en envidioso.
El cerebro no es un vaso para llenar, sino una lámpara para encender.
Leones en casa, zorras en lo razo.
El que tiene muchos vicios, tiene muchos amos.
Las espléndidas fortunas, cual acontece con los vientos impetuosos, producen grandes naufragios.
Los proverbios son los gérmenes de la moral.
El tiempo de las armas no es el de las leyes.
Una de las más útiles lecciones de que siempre conviene acordarse, es que las malas pasiones del alma nos precipitan en aquellos males que, entregándonos a ellos, quisiéramos evitar. Así, la vanidad lleva frecuentemente tras sí la deshonra, y el amor de los placeres, el dolor.
A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos muestran mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
Mientras los necios deciden, los inteligentes deliberan.
A la cogujada no puede faltarle moño, ni tampoco al gobierno popular calumniador.
No fue Filipo, sino el oro de Filipo, quien tomó las ciudades de Grecia.
La muerte de los jóvenes constituye un naufragio. La de los viejos es un atracar en el puerto.
Muchas cosas son las que el tiempo cura, no las que la razón concierta.
Muchos hombres cazan a los ignorantes con la adulación.
No necesito amigos que cambian cuando yo cambio, y asienten cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor.
Por un pequeño bocado de carne privamos a un alma del Sol y de la luz y del gozo de la porción de vida y tiempo por la que había nacido al mundo.
Lo que más estorba para adquirir un buen amigo es nuestro empeño de tener muchos.
La palabra empeñada no debe dejar lugar a reflexiones.
La omisión del bien no es menos reprensible que la comisión del mal.
Nos afecta siempre mucho más lo que se hace en contra de nuestra costumbre, que lo que va contra la naturaleza.
La maldad contiene los motivos de su propio tormento. Es un maravilloso artesano de una vida miserable.
Los caracteres ambiciosos, que no saben en la república guardar un justo medio, hacen más daño que provecho.
Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer.
La envidia es sólo vicio del hombre, del que no participan los animales brutos.
Una buena educación es el manantial y la raiz de una vida virtuosa.
Lo entregó todo al fuego, que no hace distinción entre los culpados y los que no lo son.