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Mucha gente piensa, o por lo menos siente, que el que no tiene sus hábitos y sus entusiasmos es un enemigo. A mí me parece lógica la intransigencia tratándose de ideas esenciales.
Pío Baroja
Yo creo que para ser escritor basta con tener algo que decir en frases propias o ajenas.
La historia es una rama de la literatura.
La verdad es que, con el progreso, se priva al hombre libre de los grandes encantos y emociones de ser perseguido.
Lo que se llama erudición y lo que se llama estilo, generalmente no es más que pedantería y amaneramiento.
Para mí un político es un retórico a quien no hay que tener en cuenta y el Gobierno que no haga nada es el mejor.
La ley es inexorable, como los perros: no ladra más que al que va mal vestido.
Todo está bien si parece bien.
Soy un fauno reumático que ha leído un poco a Kant.
Soy un hombre curioso y que se aburre desde la más tierna infancia.
El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida.
No ha salido en España un hombre que valga la pena. ¡Qué vulgaridad, qué pobreza! El territorio nacional se divide en dos campos enemigos irreconciliables, sin que sirvan para aplacarlos y llevarlos a un ambiente de tolerancia las voces de algunas personas sensatas.
Si alguna vez descubre usted alguna ley, sea usted prudente y no trate de aplicarla. Ha descubierto la ley, es bastante. Porque si esta ley es física y trata de aplicarla en una máquina, tropezará con la materia bruta; y si es una ley social, tropezará con la brutalidad de los hombres.
En nuestro tiempo, entre comunistas y fascistas, hay una gran sinpatía por los burócratas y un fondo de animosidad contra los que no lo son.
El escritor que con menos palabras pueda dar una sensación exacta es el mejor.
El ejército no debe ser más que el brazo de la nación, nunca la cabeza.
Cuando uno se hace viejo, gusta más releer que leer.
La historia es siempre una fantasía sin base científica, y cuando se pretende levantar un tinglado invulnerable y colocar sobre él una consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y se venga a bajo toda la armazón histórica.
En la vejez no se hace más que repetirse.
Era, en general, toda la gente que allí habitaba gente descentrada, que vivía en el continuo aplanamiento producido por la eterna o irremediable miseria...
En España siempre ha pasado lo mismo: el reaccionario lo ha sido de verdad, el liberal ha sido muchas veces de pacotilla.
Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido.
Hay que reírse cuando dicen que la ciencia fracasa. Tontería: Lo que fracasa es la mentira; la ciencia marcha adelante.
En las esferas donde germinan las ideas nuevas no hay que esperar encontrarse con hombres de gravedad y de peso: en los nuevos caminos es más fácil toparse entre locos, perdidos y granujas, con algún santo o con algún héroe.
La claridad en la ciencia es necesaria; pero en la literatura, no. Ver con claridad es filosofía. Ver claro en el misterio es literatura. Eso hicieron Shakespeare, Cervantes, Dickens, Dostoiewski...
La raza española entonces ni pretendía ni podía ver a lo lejos.
Sería el barro negro de las Injurias y de las Cambroneras, que ahogaría a los ricos, la venganza justa contra las clases directoras, que hacían del Estado una policía para salvar sus intereses, obtenidos por el robo y la explotación, que hacían del Estado un medio de calmar a tiros el hambre de los desesperados.
Ya casi no hay hombres buenos ni malos, ni traidores por vocación, ni envenenadores por capricho. Hemos descompuesto al hombre, al conjunto de mentiras y verdades que antes era el hombre y no sabemos recomponerlo. Nos falta el cemento de la fe divina o de la fe humana, para hacer con estos cascotes una cosa que parezca una estatua.
Son los inocentes y no los sabios los que resuelven las cuestiones difíciles.
Somos grandes constructores de ilusiones, hasta que hacemos lo posible para derruirlas.
Yo soy un tipo a quien podía llamársele no conformista apacible.
Las mujeres parecen primero ángeles, luego supone uno si serán demonios, y poco a poco empieza uno a comprender, que son hembras, como las yeguas, como las vacas...
En las sociedades anémicas, débiles, no se vive con la realidad; se puede poner la mano en todo menos en los símbolos y en las formas.
El público cree con la mayor facilidad las más grandes necedades.
Es un animal de cresta colorada que habita el monte y de vez en cuando baja al llano al grito de ¡rediós! atacando al hombre.
A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre.
El anarquismo ofrecía una mezcla de misticismo y criminalidad un poco rara.
Siempre es simpático el que triunfa.
Yo no he podido llegar a distinguir dónde empieza y dónde acaba la explotación.
La crueldad, como la estupidez, cuanto más adornadas son más detestables.