Imágenes
Es un placer repleto de tristeza, es un tormento ornado de alegría, un desespero donde siempre se espera, un esperar que siempre desespera.
Pierre de Ronsard
El tesoro del hombre es su verde juventud; el resto de la vida es invierno y senectud.
Toma esta rosa, amable cual tú eres; rosa entre rosas bellas la más rosa; diosa en flor entre flores la más diosa de las Musas, la Musa de Citeres.
¡Vivid! Creedme, no esperéis a mañana, recolectad desde hoy las rosas de la vida.
Por vuestro amor mi corazón se agita y ante mis ojos yo os veo sin cesar, ausente os escucho y aun os oigo, y sólo vuestro amor suena en mi pensamiento.
Se va el tiempo, mi amiga... Mas no es cierto: somos nosotros ¡ay! Los que nos vamos. Ni de ti ni de mí quedará huella. Y cuando tú estés muerta y yo esté muerto, nada habrá de este amor de que hoy hablo ámame, entonces, mientras eres bella.
El que sabe conocerse a sí mismo es dueño de sí.
Es un gran fuego envuelto en poco hielo, un bello juego relleno de falacias, es un despecho, una guerra, una tregua, un largo pensamiento, una palabra breve.
¡No volverá la juventud ligera! Coge ávida el placer que ella te ofrece y sin amar no mueras, niña hermosa.
Mi pequeña palomita, mi pequeña, toda linda, perlita mía, besadme: con la boca toda llena de amor, quitadme la pena de mi amoroso cuidado.
Así pues, si no me créeis, bella, mientras vuestra edad florezca en su novedad más verde, recolectad, recolectad vuestra juventud: al igual que le sucede a esta flor la vejez hará que vuestra belleza decaiga..
Te siento mía y, si me siento ausente, es porque vivo en ti y en ti respiro, mi único bien, mi corazón, ¡mi todo!
Que paso a paso nos sigue la inoportuna vejez, y que Amor y flores sólo duran una primavera.
Pasan las horas, fúganse vacías... Por qué no darme en flor vuestra hermosura?
El que no ama es desgraciado, y desgraciado el enamorado.
¡ Ay ! el tiempo, no, pero nos vamos, y pronto estaremos extendidos en la cuchilla.
¡Creedme! ¡Vivid sin esperar a mañana! ¡Coged hoy mismo las rosas de la vida!
El tiempo se va, el tiempo se va, señora, no el tiempo, sino nosotros nos vamos.
Es una paz sin duración apenas, es una guerra de combate extremado, en donde el vencido recibe toda gloria, y el vencedor no obtiene la victoria.
Ante mis ojos siempre estás presente. Tu amor, ardiendo, el corazón me llena.
Florece hoy lo que mañana se marchitará, se marchita hoy lo que mañana florecerá.
Cuando seáis vieja, por la noche con las velas, sentada cerca del fuego, devanando e hilando, diréis, mientras cantáis maravillándoos mis versos, Ronsard me alababa en los tiempos en que era bella.
De nuestro amor, del que tanto hablamos ahora, cuando hayamos muerto no quedará nada; por tanto, ámame ahora, mientras todavía eres bella.
Si tú me crees, ten cuidado: el arrepentimiento llega tarde.
¡Que se rompa el espejo en que se mira llenándose de orgullo tu hermosura!