Imágenes
Escuchame por favor... he vivido una vida. Deja de hacer todo solo, por favor. No has escuchado a nadie desde que tuviste cuatro años y te fuiste al jardín de infantes a conquistar el mundo. Tenías cuatro años y medio y creías ser el presidente de la General Motors.
Philip Roth
Él me guiaba por el suelo de piedra con una sinceridad semiseria, por no mencionar el placer inconsciente de estar vivo, vivo por accidente, de una manera cómica y sin ninguna razón, la clase de placer que experimentas de niño cuando aprendes a tocar una tonada con un peine y papel higiénico.
Y ser un viejo es lo mismo..., eres igual que esa chica fea, estás en el rincón del baile.
No pretendo convertirte en una burguesa, Naomi. Si la cama te parece demasiado lujosa, podemos hacerlo en el suelo.
Esto es lo que sucede cuando escribes libros. No solo hay algo que te impulsa a averiguarlo todo, sino que algo empieza a ponerlo todo en tu camino. De repente no existe una carretera secundaria que no conduzca directamente a tu obsesión.
Tengo 78 años, ¿Si escribir es tan frustrante y difícil para mí, qué me ha llevado a seguir haciéndolo? Y la respuesta es muy tonta, es que no sé cómo parar. Si pudiera dejar de escribir lo haría, pero no sé cómo hacerlo.
Había perdido el dominio de sí mismo. Su manera de moverse por la estancia me hacía pensar en esos pollos que siguen andando después de que los han decapitado.
Sus pechos nadaron hacia mí como dos peces de morro rosado, y Brenda me permitió sostenerlos. Luego, en un instante, fue el sol quien nos besaba a ambos y ya estábamos fuera del agua, demasiado satisfechos mutuamente como para sonreír.
Era austero a la manera en que la hoja de un cuchillo es austera: amenazante si no la manejas con el mayo cuidado.
Ellos viven en ciudades. Viven en el ajetreo de la rutina laboral, la locura de trasladarse al trabajo. La locura en el trabajo. La locura de volver del trabajo. El tráfico. La congestión. Están atrapados en eso. Yo me he librado.
Eran más bien de esas personas que pasan directamente de la cuna a la edad adulta, sin que en el periodo intermedio hayan tenido una educación sobre cómo funciona y se rige la brutalidad humana.
Como dice la fantasía de nuestro orgullo desmesurado, estamos hechos a imagen de Dios, de acuerdo, pero no del nuestro..., sino del de los antiguos griegos. Dios vicioso. Dios corrompido. Un dios de la vida si jamás ha existido. Dios a imagen del hombre.
Lo implacablemente imprevisto, que había dado un vuelco erróneo, era lo que en la escuela estudiábamos como historia, una historia inocua, donde todo lo inesperado en su época está registrado en la página corno inevitable. El terror de lo imprevisto es lo que oculta la ciencia de la historia, que transforma el desastre en épica.
Escribir te convierte en alguien que siempre se equivoca. La ilusión de que algún día puedes acertar es la perversidad que te hace seguir adelante.
En fin, ¿Cómo vas a llenar el vacío de la indignación?
La cama es el único lugar donde Faunia muestra cierta astucia, Nathan. En la cama una astucia física espontánea juega el papel principal, y una audacia transgresora juega el papel secundario. En la cama nada escapa a la atención de Faunia. Su carne tiene ojos, su carne lo ve todo. En la cama es un ser poderoso, coherente y unificado cuyo placer consiste en rebasar los límites.
El deseo humano de un principio, un medio y un fin -y un fin apropiado a la magnitud de ese principio y ese medio- no se realiza tan cabalmente como en las obras que Coleman enseñaba en la Universidad de Athena. Pero fuera de la tragedia clásica del siglo V aC, la esperanza de conclusión, y no digamos de una consumación justa y perfecta, es una ilusión demasiado necia para que la tenga un adulto.
Debilitado por la naturaleza aterradoramente provisional de todo.
Como no creyente, suponía que la otra vida carecía de reloj, de cuerpo, de cerebro, de alma, de dios... De cualquier cosa con forma, contorno o sustancia, descomposición absoluta.
No sé cómo había gente dispuesta a trabajar para él. Cuando se mudaron a la avenida Central, lo primero que pidió a los operarios de mudanzas fue que instalaran su escritorio, y el primer lugar donde lo quiso no fue el despacho rodeado por paneles de vidrio sino el mismo centro de la planta de fabricación, de modo que pudiera vigilar a todo el mundo.
Es algo que sucede cuando muere la gente: la discusión desaparece con ellos, y personas tan llenas de defectos mientras respiraban que a veces eran casi insoportables ahora se muestran de la manera más encantadora, y lo que menos te gustaba anteayer se convierte, en la limusina detrás del coche fúnebre, en una causa no sólo de regocijo solidario sino incluso de admiración.
Sólo tras haber desarrollado la perorata emocional que culmina con la palabra asombroso, por fin la fuerza de mis sentimientos había dejado de asombrarme lo suficiente para poder conciliar el sueño durante un par de horas... O algo parecido al sueño, pues, incluso semiinconsciente, me había convertido en una biografía en movimiento perpetuo, en memoria hasta el tuétano.
A la imagen que tenemos unos de otros. Capas y más capas de incomprensión. La imagen que tenemos de nosotros mismos, que es inútil, presuntuosa, totalmente engreída. Pero seguimos adelante y nos apañamos con esas imágenes.
La verdad no se revela de golpe. Aunque el mundo está lleno de gente que va por ahí creyendo saberlo todo de ti o de tu vecino, en realidad lo que no se sabe carece de fondo. La verdad acerca de nosotros es interminable. Como lo son las mentiras.
Debes estar por encima de tus sentimientos. No soy yo quien te lo exige: es la vida. De lo contrario los sentimientos te arrastrarán. Te arrastrarán al mar y desaparecerás para siempre.
Había aprendido la peor de las lecciones que puede dar la vida: la de que carece de sentido.
Las vacas estaban sumidas en una existencia bestial que carecía dichosamente de profundidad espiritual: arrojar chorros de leche y mascar, cagar y mear, pacer y dormir, esa era toda su razón de ser.
Tienes conciencia, y es un valioso atributo, pero no lo es si te lleva a creer que eres culpable de lo que está muy lejos del alcance de tu responsabilidad.
Por mucho que hubiera sufrido, lo mantenía oculto tras una de esas caras huesudas e inexpresivas que, por otro lado, no esconden nada y revelan una soledad inmensa.
La sociedad norteamericana - no sólo sanciona las más burdas e injustas relaciones entre los hombres, sino que las fomenta. ¿Puede alguien negar eso? No. Rivalidad, competencia, envidia, celos, todo lo malo del carácter humano lo alimenta el sistema. Las posesiones, el dinero, la propiedad... Por tan corruptos criterios se miden la felicidad y el éxito.
Le asombraba cómo divergen las vidas y nuestra impotencia ante la fuerza de las circunstancias. ¿Y qué pinta Dios en todo esto?
Como si fuese posible de alguna manera renunciar al combate singular que es cada persona.
En cualquier caso, sigue siendo cierto que de lo que se trata en la vida no es de entender bien al prójimo. Vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra y muchas más, y entonces, tras una cuidadosa reflexión, malentenderlo de nuevo. Así sabemos que estamos vivos, porque nos equivocamos.