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Cuando vivimos una gran decepción, no sabemos si ahí se acaba la historia; también podría ser el principio de una gran aventura.
Pema Chödron
Cultivar una mente ecuánime, que no se aferra a tener razón ni a estar equivocada, te llevará a un estado de ser presidido por la frescura. La cesación última del sufrimiento procede de ese estado.
No nos sentamos en meditación para convertirnos en buenos meditadores, sino para estar más despiertos en nuestra vida cotidiana.
Si realmente supiéramos la infelicidad que causa en este planeta nuestra evitación del dolor y nuestra búsqueda del placer, si entendiéramos que este hecho nos hace desgraciados y corta nuestra conexión con nuestro corazón y nuestra inteligencia básicos, practicaríamos la meditación como si se nos estuviera quemando el pelo.
Las personas que nos resultan repelentes nos muestran sin desearlo los aspectos inaceptables de nosotros mismos, que de otro modo no podríamos ver.
Sólo podemos reconocer lo que estamos sintiendo si nos hallamos en un espacio abierto y libre de juicios.
Nos aferramos a la esperanza, y la esperanza nos roba el momento presente.
El miedo es la reacción natural al acercarse a la verdad.
Lo que haces por tu persona, también lo haces por los demás, y lo que haces por los demás, lo haces por ti.
Todas las cosas de nuestra vida pueden despertarnos o ponernos a dormir, y básicamente depende de nosotros dejar que nos despierten.
Nunca deberías tener expectativas con respecto a los demás. Simplemente sé bondadoso con ellos.
Refrenarse es la cualidad de no buscar entretenimiento en el momento en que nos sentimos ligeramente invadidos por el aburrimiento, es la práctica de no rellenar inmediatamente el espacio porque hay una brecha.
El sufrimiento empieza a disolverse cuando cuestionamos la creencia o la esperanza de que hay algún lugar donde ocultarse.
La mente sin punto de referencia no se resuelve a sí misma, no se fija ni se aferra a las cosas.
El ateísmo es tomar plena conciencia de que no hay ninguna niñera con la que puedas contar. Cuando consigues un buen niñero o niñera, al poco tiempo se va. El ateísmo es darse cuenta de que no son sólo las niñeras las que vienen y van. Toda la vida es así. Ésa es la verdad, y la verdad resulta incómoda.
Tenemos que dar lo mejor de nosotros y al mismo tiempo renunciar a toda esperanza de resultados.
Relajarnos en el momento presente, relajarnos en la ausencia de esperanza, relajarnos en la muerte, no resistirnos al hecho de que las cosas se acaban, de que las cosas pasan, de que no tienen sustancia duradera, de que todo está cambiando constantemente: éste es el mensaje básico.
Cuando nos aferramos agresivamente a nuestras propias opiniones, por muy válida que sea nuestra causa, simplemente estamos añadiendo más agresión y violencia a nuestro planeta, y por tanto aumentando su dolor. Cultivar la no agresión es cultivar la paz.
La compasión hacia los demás comienza con la bondad hacia nosotros mismos.
Sólo en la medida en que nos exponemos a la aniquilación una y otra vez podemos hallar en nosotros aquello que es indestructible.
Hay tres venenos primordiales: la pasión, la agresión y la ignorancia.
La verdadera compasión no consiste en desear ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros, sino en darnos cuenta de nuestro parentesco con todos los seres.
Siendo bondadosos con nosotros mismos nos hacemos buenos con los demás. Siendo buenos con los demás -si lo hacemos adecuadamente, con la comprensión correcta- nosotros también nos beneficiamos.
Solo en la medida que hemos llegado a conocer nuestro dolor personal, solo en la medida en la que nos hemos relacionado con el dolor, somos lo suficientemente intrépidos, lo suficientemente valientes y lo suficientemente guerreros para estar dispuestos a sentir el dolor de los demás.
Estamos muy acostumbrados a huir de la incomodidad y somos muy predecibles. Si algo nos disgusta, golpeamos a alguien o nos castigamos a nosotros mismos. Queremos sentir seguridad y algún tipo de certeza, cuando en realidad no tenemos lugar donde apoyar los pies.