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Entonces me quedé muy solo. Eso sucede siempre que uno ama sin reservas, como si fuera un jóven.
Pedro Juan Gutiérrez
Mantengo la norma de no discutir con mujeres. Son muy tramposas y siempre pierdo.
Insistir en la nada. Insistir en la nada. Muchas veces al día.
Las europeas son tan secas que te dan todas las posibilidades de decirles ¡No! y quedarte a gusto.
Las mujeres son muy inteligentes: nada de soltar al tipo para la carretera con ganas de templar. La leche se queda en casa.
Y yo atrapado con los horarios y la responsabilidad. Nunca sucedía nada.
Dicen que escribir ayuda a comprender los problemas, conmigo funciona la inversa: cada día estoy más confundido.
Me siento bien en la soledad y el silencio. Miraba al cielo y no sé si pensaba en algo. Supongo que sí. Uno siempre piensa.
Bueno, por eso estaban tan jodíos: por ser tan brutos. Y por eso eran tan brutos: por estar tan jodíos.
Me llevaba bien con aquel negro duro y viejo que sabía reírse a carcajadas de sí mismo. Eso es lo que yo quiero: aprender a reírme a carcajadas de mí mismo. Siempre, aunque me corten los huevos.
Todos éramos buenos y correctos, obedientes, disciplinados. Ahora es lo contrario: todos somos malos e incorrectos.
Teresa era alta, delgada y con imagen más intelectual, feminista y todo eso. Me pareció que era sólo una pose y que daba cualquier cosa por ser la mujer de un camionero.
Es imposible desprenderme de las nostalgias porque es imposible desprenderse de la memoria. Es imposible desprenderse de lo que se ha amado.
Yo tenía el cínicoalerta, nunca dormía.
Un hombre puede cometer muchos errores pequeños. Y no tiene importancia. Pero si los errores son grandes y pesan sobre su vida, lo único que puede hacer es no tomarse en serio. Sólo así evita sufrir. El sufrimiento prolongado puede ser mortal.
Ya me estaba acostumbrando a muchas cosas nuevas en mi vida. Me estaba acostumbrando a la miseria.
Cuando uno escribe hasta convertir la escritura en un vicio, lo único que hace es explorar. Y para encontrar algo hay que ir hasta el fondo. Lo peor es que, una vez en el fondo, es imposible regresar a la superficie. No se puede salir jamás.
El verdadero cínico, el cínico de nacimiento, sólo reconoce la fidelidad a sí mismo. Y se ahorra muchos trastornos.
Con los objetivos a la vista todo mi espíritu funciona como un gran muro de contención.
Uno percibe la felicidad cuando se acaba.
Los triunfadores no lloran jamás. Es que no tienen motivos. Son triunfadores.
El arte sólo sirve para algo si es irreverente, atormentado, lleno de pesadillas y desespero. Sólo un arte irritado, indecente, violento, grosero, puede mostrarnos la otra cara del mundo, la que nunca vemos o nunca queremos ver para evitarle molestias a nuestra conciencia.
Al que nace para pobre, del cielo le cae la mierda.
No parece cubana. Ha perdido el sentido del humor, la flexibilidad de la risa.
Cuando se ponen celosas, ahí estoy yo. Látigo en mano. El látigo en la derecha y las flores en la izquierda y en medio el material erecto, lleno de amor y de esperma, para controlar tibiamente la situación.
Los cubanos somos noveleros de nacimiento.
Me afeito, me cepillo los dientes, hago café, cago. Miro por la ventana. Todo esta peor que ayer, pero por tradición y conveniencia eso no se dice. Lo correcto sería: Miro por la ventana. Todo bien.
Eso es lo que yo quiero: aprender a reirme a carcajadas de mí mismo. Siempre, aunque me corten los huevos.
Es que el sexo no es para gente escrupulosa. El sexo es un intercambio de líquidos, de fluidos, de saliva, aliento y olores fuertes, orina, semen, mierda, sudor, microbios, bacterias. O no se es. Si sólo es ternura y espiritualidad etérea entonces se queda en una parodia estéril de lo que pudo ser.