Imágenes
Oyes que llueve y pensas, también esta vez será Dios.
Paul Celan
Patria grande partes modulares.
¿Qué tiempo es éste en el que una conversación es casi un crimen porque incluye tantas cosas explícitas?
Sólo verdaderas manos escriben verdaderos poemas. No veo ninguna diferencia entre un apretón de manos y un poema.
Me arrojas a mí, ahogándome, oro: a lo mejor un pez se deja sobornar.
¿Quién dice que se nos murió todo cuando se nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó.
En la fuente de tus ojos viven las redes de los pescadores de la mar del extravío. En la fuente de tus ojos el mar cumple su promesa. Aquí arrojo yo, un corazón que se detuvo entre los hombres, mi ropa y el esplendor de un juramento: Más negro en lo negro, más desnudo voy. Sólo infidente soy fiel. Yo soy tú si yo soy yo.
A una y otra mano, allí donde me crecían las estrellas, lejos de todos los cielos, cerca de todos los cielos: ¡Cómo se vela allí! ¡Cómo se nos abre el mundo a través de nosotros!
En este idioma, el alemán, procuré escribir poesía. Sólo para hablar, orientarme, inquirir, imaginar la realidad.
Cualquier palabra que pronuncies, das las gracias a la corrupción.
La poesía es una especie de regreso a casa.
Acaso soy uno de los últimos que deben vivir hasta el final el destino de la cultura judía en Europa. ¿Por qué escribo deben vivir? Porque un poeta no puede dejar de escribir, mucho menos si es judío y su idioma de escritura el alemán.
Ciégate para siempre: también la eternidad está llena de ojos.
Algo sobrevivió en medio de las ruinas. Algo accesible y cercano: el lenguaje.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Habla, pero no separes el no del sí. Y da a tu decir sentido: dale sombra.
En la fuente de tus ojos, un ahorcado estrangula la soga.
Lo que en tus ojos se escribió, nos profundiza lo profundo.
La realidad no está simplemente allí, debe ser investigada y conquistada.
Mi ojo asciende al sexo de la amada: nos miramos, nos decimos palabras oscuras, nos amamos como se aman amapola y memoria, nos dormimos como el vino en los cuencos, como el mar en el rayo sangriento de la luna.
¿Me permites, madre, como ayer, ay, en casa, la discreta, dolorosa rima alemana?
Un pensamiento con estatura de árbol aferra el son de luz: todavía hay canciones que cantar más allá de los hombres.
Puntas de llamas vigilantes en el cielo, perfil de crestas bajo el fuego sensaciones, tejidas por la helada, arranque en frío con hemoglobina.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle: tiempo es de que se sepa, tiempo es de que la piedra pueda florecer, de que en la inquietud palpite un corazón. Tiempo es de que sea tiempo. Es tiempo.