Imágenes
¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez que ese disgusto infantil?
Patrick Modiano
Pero era inútil avanzar en mis recuerdos, pertenecían a una vida anterior que no estaba muy seguro de haber vivido.
A comienzos del otoño las calles, la gente y las cosas recobrarían su color cotidiano: gris.
Hay electricidad en el aire de París en los atardeceres de octubre, a la hora en que va cayendo la noche. Incluso cuando llueve.
Vivimos a merced de ciertos silencios.
A veces se te oprime el corazón cuando piensas en las cosas que habrían podido ser y que no fueron.
Los recuerdos se desvanecían, uno tras otro, como pompas de jabón o fragmentos de un sueño que se evaporan al despertar.
Vale más, en vez de estar siempre imponiendo interrogatorios a los demás, aceptarlos como son, en silencio.
En la vida hay fronteras imposibles de cruzar.
¿Será posible que acabe uno por no reconocer un sitio en el que ha vivido?
Llega un momento en que ya no hace faltaoír a nadie.
En los períodos de cataclismo o de desvalimiento espiritual, no queda más recurso que buscar un punto fijo para guardar el equilibrio y no caerse por la borda.
Durante aquellos últimos quince años me había sentido prisionero de los demás y de mí mismo, y todos mis sueños se parecían: sueños de huida, partidas en trenes que, para mi desgracia, perdía.
No había apuntado ni el nombre ni la dirección en la libreta negra, de la misma forma que evitamos escribir los detalles demasiado íntimos de nuestra vida, por temor a que, cuando ya hayan quedado recogidos en el papel, dejen de pertenecernos.
A mí nunca me ha parecido el otoño una estación triste. Las hojas secas y los días cada vez más cortos nunca me han hecho pensar en algo que se acaba, sino más bien en una espera de porvenir.
¿Tenemos derecho a juzgar a los que queremos? Si los queremos, será por algo y ese algo nos prohíbe que los juzguemos. ¿O no?
No tengo más recuerdos buenos que los de huida o de evasión.
No puedo devolver la realidad de los hechos, sólo puedo presentar su sombra.
Se termina por olvidar los detalles de la vida que nos causan vergüenza o demasiado dolor.
¿Por qué algunas cosas del pasado surgen con precisión fotográfica?
Para mí no hubo nunca ni presente ni pasado. Todo se confunde, como en esa habitación vacía donde luce una lámpara todas las noches.
Cuando la soledad se prolonga demasiado nos volvemos desconfiados y suspicaces con nuestros semejantes y nos arriesgamos a cometer con ellos errores de apreciación.
Si la felicidad consistía en esa embriaguez pasajera que experimentaba aquella tarde, entonces, por primera vez en mi vida, era feliz.
No teníamos ningún mérito, salvo aquel que la juventud otorga por muy poco tiempo a cualquiera, como una vaga promesa que jamás será cumplida.
Es usted demasiado joven aún para entenderlo, queridita. Pero cuando hojeo este álbum y los miro, uno detrás de otro, me da la impresión de que son olas que han ido rompiendo por turnos.
No hay mejor sistema para que se desvanezcan los fantasmas que mirarles a los ojos.
Siempre he creído que hay lugares que son imanes y te atraen si pasas por las inmediaciones.
En la vida, lo que cuenta no es el porvenir, sino el pasado.
Le habría gustado mucho desandar lo andado tras darse cuenta de que había tirado por el camino equivocado.
en la arena no dura más que unos segundos la huella de nuestros pasos.