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Sabía que el desorden del mundo no puede sino aumentar, que el ruido de fondo crecerá hasta cubrir toda señal coherente, creía que si ejecutaba con cuidado todos sus actos tendría menos culpa en esta lenta desintegración.
Paolo Giordano
A fin de cuentas, los seres humanos casi nunca somos felices o infelices por lo que nos sucede, somos una cosa o la otra en función del humor que fluye por nuestro interior.
El recuerdo de las personas que no amamos es superficial y se evapora pronto.
Para recorrer un largo camino, todo amor necesita que alguien lo vea y lo reconozca, que lo valore; de otro modo, se arriesga a que lo tomen por un malentendido. Sin su mirada, nos sentíamos en peligro.
Quería que su mirada no fuera indiferente a nadie, que en todos dejara una huella imborrable.
Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida.
No hay espacio para pensar en la muerte cuando se derrocha vida de esa forma.
Aquellas miradas que hacían estragos en los chicos; miradas implacables y seductoras, que con un imperceptible arqueo de cejas lo mismo fulminaban que perdonaban la vida.
La gente no perdía el tiempo, se aferraba a unas pocas casualidades y fundaba sobre ellas su existencia.
La gente es muy avara con el ánimo. Sólo quieren asegurarse de que tengas aún menos que ellos.
Supongo que para mí el enamoramiento siempre será algo muy parecido a un rescate.