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El Señor nos ha dado muchas gracias para vencer al demonio. La oración... la oración tiene un poder enorme. Es el triunfo del bien. Luego, la vida sacramental. El encomendarse a la protección de la Virgen. La confianza incondicional en la Misericordia divina.
Padre Gabriele Amorth
Nunca le es permitido al demonio afectar a una persona más allá de sus capacidades de resistencia al dolor o a los halagos de las tentaciones.
No importa qué vida se lleve, si pobres o ricos, solos o acompañados, sanos o enfermos. Lo que cuenta es la vida eterna, salvar la propia alma.
Y la resurrección ha traído consigo tres frutos fundamentales para el hombre: ha vencido a la muerte, ha vencido a la corrupción de los cuerpos y ha abierto las puertas del paraíso.
Jesucristo sabe que en el camino del mal basta con dejarse resbalar, en cambio en el camino del bien siempre se debe escalar. Todo depende de lo que se escoja y el EspírituSanto está dispuesto a fortalecernos.
Ahora bien, en cuanto a las nuevas religiones, el que cree en la Revelación no puede dejar de saber que todas son invenciones humanas.
La palabra de Dios es viva y las dificultades no aniquilan las obras de Dios, sino que demuestran que son de Dios.
La vida de oración y de sacramentos vivida en gracia de Dios protege de los maleficios, de las tentaciones y de todo tipo de influencia diabólica.
El empeño principal del diablo es hacer que el hombre piense sólo en las cosas de la tierra.
Sin la ayuda de Dios quedamos indefensos.
los maleficios no pueden nada contra las personas que están unidas a Dios en la oración y que en la vida han hecho una clara opción a favor de Cristo.
Tentar al hombre es la actividad a la cual se dedica más el demonio y es la que más usa, porque mediante ella es como logra hacer que se pierdan las almas.
El cristiano sabe ser como Jesús, duro contra el mal, pero tierno con quien está en necesidad.
En una sociedad como la nuestra, a menudo se vive de modo que la persona se acostumbra al pecado.
Para la liberación del mal hay que orar por uno mismo y por los demás. Muchas veces es sólo con la oración como podemos ayudar a las personas que están perdidas en el pecado y rechazan toda clase de ayuda.
No es Dios quien nos lanza al infierno, somos nosotros quienes vamos allí con nuestros propios pies. La misericordia de Dios es infinita. Siempre está dispuesto a acogernos con los brazos abiertos, hasta el último instante de nuestra vida.
El diablo es capaz de causar enormes sufrimientos a quien emprende el camino de la santidad.
En todos los casos, siempre y de todos modos, la oración es el arma de defensa por excelencia.
Espíritu de venganza, el deseo de resarcimiento, el odio, la maldad por la maldad son males absurdos y muy comunes, aunque al practicarlos no se obtenga ninguna ganancia.