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El arte es sintaxis sin semántica. Nada quiere comunicar. De otro modo seria un informe. Está más cerca del símbolo que de la enunciación. Se consagra a la redundancia.
Otl Aicher
El diseño consiste en adecuar los productos a la circunstancia a que están adscritos. Y esto significa sobre todo adaptarlos a circunstancias nuevas. En un mundo que cambia, también los productos tienen que cambiar.
Para el diseño y la arquitectura es fatal el que los administre la teoría de los historiadores del arte. Él diseño es todo menos arte. Diseño y arte se distinguen uno de otro como el saber del creer. Puede haber científicos religiosos. Pero la ciencia es algo fundamentalmente distinto de la religión.
El diseño y la arquitectura se hallan en una profunda crisis. Corren el peligro de hacerse cómplices de las modas. Ya no se derivan del argumento y el razonamiento fundado, como la ciencia y la técnica, sino de la veleidad, del azar estético de que en cada momento se dé en reverenciar un arte y fustigar otro.
El diseño se relaciona con circunstancias, está emparentado al lenguaje. Y el lenguaje mismo vale tanto como su capacidad de reproducir circunstancias. Su eficacia consiste en poder reproducir incluso aquellas circunstancias que antes no había llegado a expresar.
El diseño era, antes de convertirse en una magnitud predominantemente económica, un movimiento cultural cuya meta era superar la clásica cultura de la burguesía.
En el fondo hay tantas religiones como individuos.
El placer es el contenido de la vida.
La verdadera existencia humana es hoy, pues, una existencia estética.
Hay que saber comportarse mal. El arte siempre se ha comportado mal. De ello se deduce hoy que quien se comporta mal hace arte, es él una obra de arte. Sólo lo distinto no pasa inadvertido.
Una silla de incómodo asiento es una mala silla aunque pueda valer como obra de arte. Es mal diseño.