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Es decir, los nacionalistas no pueden transigir con los sin Patria, según los utilitarios de derecha o los materialistas de la izquierda.
Óscar Únzaga
Pero surge en el mundo otro tercer vértice de la inquietud social: los que quieren justicia sin prosternarse ni ante Moscú, ni ante Berlín, ni ante Nueva York.
Como enseña Carlyle, tengo mis héroes en la intimidad de la conciencia. Mi Bolívar no es un semidiós, ni un genio, ni un astro como el sol: es nada menos que todo un hombre.
Que el Libertador no mentía cuando desde el Perú, el 3 de agosto de 1825, escribía al presidente de la Asamblea, antes de que se proclamase la independencia y se diese su nombre a la República: El Alto Perú contará con mi espada y con mi corazón: no tengo más que ofrecer.
Y la miseria, impide que el pueblo boliviano celebre su aniversario patrio, porque mientras los Patiño, Aramayo, Hoschild, tienen dóciles servidores en los gobiernos que se apresuran a corregir las pocas conquistas sociales, el pueblo no tiene representantes ni mandatarios que se interesen por darles leyes de trabajo más humanitarias y más justas.
Porque son justamente la antítesis de la conciencia nacionalista, el imperialismo, el extranjerismo y el internacionalismo.
Lograremos la justicia como fruto de la solidaridad boliviana. Porque no ha de ser la justicia social engendro de odio y fruto de desunión nacional. Los comunistas de esta tierra, al ver que este pueblo se levanta libre y nacionalista, quisieran ponerlo en el potro de la lucha de clases, para descoyuntar como a Túpac Amaru el cuerpo de esta Patria que debe ser unida y fuerte.
Podemos pues, afirmar categóricamente que nadie ni nunca podrá desmentir que Falange Socialista Boliviana es el partido de bolivianismo más auténtico y puro; que, en consecuencia, ninguna relación puede atribuírsele con el nazismo alemán, el fascismo italiano o el franquismo español, que sólo tiene significado para Bolivia y dentro de Bolivia.
De ahí pues que, un socialismo boliviano, cuyas fórmulas y sistemas sean captados de la realidad boliviana y cuyas finalidades sean expresamente inspiradas en la felicidad de los bolivianos, es la pauta de nuestra concepción socialista.
Lejos estamos de aquellos pseudo socialismos que se ejercitaron en la post guerra con pose demagógica y para sincerar ante la historia la actuación de quienes eludían responsabilidades inmediatas; porque esos socialismos evidenciaban la paradoja tantas veces constatada en nuestra política nacional, o de la etiqueta de un nombre rotulando la doctrina que menos interpretaba.
Pero hoy, son nuestros amos, unos cuantos gringos que gobiernan a través de las logias, unos cuantos malos bolivianos, dueños de nuestra hacienda; la rosca, la gran minería, el imperialismo, los que tienen maniatado y sometido al pueblo.
No será la restauración de lo injusto, sino la realización de la justicia social. Pero demostraremos a los demagogos irresponsables del odio que la justicia no está junto al Capital de Marx, sino al evangelio de Cristo.
La lucha por nuestra independencia se desarrolló en tales condiciones, que demostró al Alto Perú que, así como debía contar con sólo sus esfuerzos para darse la libertad; que así como estaba solo ante la adversidad, así también en la vida independiente, debía vivir como unidad política autónoma.
Para vencer el infortunio nos queda el amor a Bolivia. Ese amor a Bolivia hará milagros, a despecho de los anti bolivianos.
Pero nosotros tenemos el derecho de vivir con disciplina pero sin despotismo; porque sólo así haremos un pueblo fuerte y unido. Nuestro derecho no puede ser menor que los países grandes. Porque, en último término, en el mundo no hay grandes ni chicos, sino pueblos libres.
Lo hemos repetido en todos los tonos, lo hemos practicado en todos los terrenos: Bolivia debe volver sus ojos a su propia realidad, sin buscar amos ni modelos en el exterior. Lo dijimos cuando en la guerra europea ganaban los nazis y lo repetimos también cuando perdían.
Hay que enseñar a los bolivianos que no somos un absurdo de la geografía, porque eso nos conduce a la pereza. Digamos que tanta variedad y producción nos invita al trabajo y a la empresa. Que Bolivia no será un absurdo cuando sea un país de energía y de trabajo. Cuando la política sea una gran empresa histórica y no una gran empresa comercial.
Todo boliviano que quiera sentir la realidad geográfica de su Patria, la misión histórica de nuestro pueblo, debe empaparse de las ideas de Jaime Mendoza.
Cuando las naciones del Eje estaban en su apogeo militar y en su éxito propagandístico, adoptamos esta divisa; Ni Berlín ni Moscú: Bolivia Nueva.
Es un embuste aquello de que Bolivia se hizo contra la realidad geográfica e histórica. Sólo por el capricho y la ambición de los doctores altoperuanos.
Realizaremos la justicia social, pero en austeras formas de disciplina, sin repetir el drama de empujar a masas desvalidas en busca de su redención para arrojarlas a la anarquía, que acabará por destruirlas.
¿Preguntaréis cuál mi homenaje a Bolivia? Mi esperanza en sus destinos.
De esta manera, la derecha también se ha equivocado con nosotros... Hoy nos teme más que al marxismo; porque nos sabe más fuertes y más eficaces, sabe que con nosotros acabará el régimen de explotación y de privilegios de las roscas y del capitalismo.
Queda pues dicho que el Alto Perú reunía factores geográficos positivos. He ahí el factor geográfico obrando: núcleo básico de la nacionalidad boliviana.
Nuestro ideario no ha sufrido claudicaciones ni enmiendas, pues no somos de aquellos que por conseguir las veleidades del éxito momentáneo, reniegan de sus principios y mudan de piel con cada cambio de estación.
Ello explica asimismo, por qué han sido abiertos los fuegos en contra de este núcleo joven e incontenible, desde todos los frentes; porque en la política boliviana, es el que mayor perímetro de combate ha presentado contra las derechas injustas y contra las izquierdas disociadoras.
Se dio por entender en estos tiempos que los nacionalismos serios, fuertes, intransigentes, como son y deben ser todos los nacionalismos, representaban una forma de política nazista o fascista. Es decir, la propia negación nacionalista.
Los pueblos que saben dignificarse en el trabajo y en las luchas, los pueblos que tienen ungida la piel por el sudor o por la sangre, son pueblos llamados a grandes destinos. Y el destino de Bolivia es grande.
Cuando pongamos en servicio de Bolivia, disciplinadamente, la mente para servirla, el corazón para defenderla, vendrán días mejores que los pobres miopes de una realidad enferma no pueden esperar.
La historia de Bolivia ha sido escrita contra Bolivia. El anti bolivianismo de las páginas de historia, fomentan la colonia. Para conseguir nuestra independencia económica, junto a nuestra independencia política, para ser libres de verdad, necesitamos una historia de Bolivia escrita con alma de bolivianos.
Y lejos estamos por fin, de todas las fracciones políticas acordes con la simulación democrática, que ambicionan solamente constituir fórmulas parlamentarias o de gobierno, olvidando que en la cuestión social es preciso tocar las raíces del problema y no operar en la superficie con simples paliativos como aconseja el evangelio marxista.
El nacionalismo no es guerra. Todo lo contrario; la falta de respeto a la nacionalidad engendra las conquistas. Las conquistas sólo son posibles, porque se debilita el nacionalismo de un pueblo. Nosotros somos el país de América que más guerras hemos soportado, no por nacionalistas, sino por falta, por debilitamiento del espíritu nacional.
Ningún otro país de la América meridional se halla en iguales condiciones geográficas que Bolivia. El Brasil, a pesar de su enorme extensión, pertenece a los sistemas hidrográficos del amazonas y del plata, pero no del pacífico. La Argentina pertenece al plata y el atlántico, pero no al amazonas. El Perú al pacífico y amazonas, no del plata. Chile al pacífico.
A la historia oficial negativa, contesto con estas páginas de historia entusiasta; las digo en la esperanza de que otros la concluyan.
Una de las rectificaciones que pretendo en este trabajo, es demostrar que Bolívar no se opuso a la creación de Bolivia como Nación independiente. Y esta rectificación tiene mucha trascendencia para los bolivarianos y para los bolivianos.