Imágenes
Recordar es saber lo que se ha visto. Saber es recordar lo que se ha visto. Ver es saber sin recordar. Así pues, pintar es recordar la oscuridad.
Orhan Pamuk
Pero incluso los que son conscientes de esa realidad, cuando llega cierto momento de su existencia y miran atrás, llegan a la conclusión de que lo que vivieron como casualidades no fueron sino hechos inevitables.
Porque nada puede ser tan sorprendente como la vida. Excepto la escritura. Excepto la escritura. Sí, por supuesto, excepto la escritura, el único consuelo.
Es algo sabido que la vida no está predeterminada y que todas las historias son una cadena de casualidades.
Los museos de verdad son los sitios en los que el tiempo se transforma en espacio.
Los relojes y los calendarios se fabrican para regular nuestras relaciones con los demás; en realidad, para regular la sociedad entera, y así es como se usan.
Para quererme, ¿Qué es lo que más te gustaría que hiciera? -Ser tú mismo.
Uno debe amar mucho la vida que ha escogido para luego hacerla suya; y yo la amo.
Las profecías son una payasada, pero se pueden usar perfectamente para influir en los estúpidos.
El amor es el anhelo de abrazar a una persona con fuerza y estar en el mismo lugar que ella. El deseo de abrazarla dejando fuera al mundo entero. La nostalgia del alma de encontrar un refugio seguro.
¡En todas las partes del mundo hay injusticias y malas personas! Lo importante es poder vivir de manera que se proteja la bondad natural del hombre.
Al hacer el amor en cada encuentro de una manera más franca y libre, me daba cuenta de que consideraba una fuente de felicidad no sólo ese mundo real y los detalles sexuales, extremadamente atractivos, sino también las extensiones más raras del cuerpo de Füsun, las verrugas, los granos, los pelos, las manchas oscuras y terribles.
El pueblo turco no debe contemplar en sus museos malas imitaciones de la pintura occidental sino su propia vida. Nuestros museos no deben mostrar las aspiraciones de nuestros millonarios de sentirse occidentales, sino nuestra vida. Mi museo es toda nuestra vida, la de Füsun y la mía, todo lo que hemos vivido, y todo lo que le he contado es verdad, Orhan Bey.
Lo que nos une es que ambos hayamos bajado el listón en nuestras expectativas de la vida.
Si un hombre recurre a las argucias, a pequeños trucos y trampas, es que no está enamorado en absoluto.
El color es el tacto del ojo, la música de los sordos, una palabra en la oscuridad.
Saim dijo que no cambiaría nada saber que la escritura, que cualquier texto, no trata de la vida sino del sueño, por el mero hecho de ser escritura.
Un tiempo después, o la felicidad vulgariza al poeta y la poesía, o la auténtica poesía imposibilita la felicidad.
El que los alquimistas ignoraran que nunca encontrarían el oro que buscaron durante siglos no les provocaba tristeza porque era la razón de su existencia.
Los asesinos no surgen de entre los descreídos, si no entre los que creen demasiado.
A veces digo algo y mientras lo estoy diciendo comprendo que es lo que pienso, pero justo cuando acabo de comprenderlo, ya estoy absolutamente convencida de lo contrario.
A veces expresar con palabras la realidad tal cual es le conduce a uno a la insinceridad.
Mientras viva no pienso imitarles ni humillarme porque no me parezco a ellos.
Contar una historia es una trampa que descubren todos los infelices a los que consume la pasión de ser alguien distinto para liberarse de sus tediosos cuerpos y espíritus.
Queda a tu atención, lector. Yo te daré honestidad, tú muéstrame compasión.
Soy un defensor anónimo de todos los héroes anónimos que luchan por sus creencias y sufren injusticias en este país laico y materialista. No pertenezco a ninguna organización. Respeto los derechos humanos y no me gusta nada la violencia.
Y eché una última mirada a los hermosos pechos medio visibles, a los maravillosos hombros y a los brazos infantiles. Mientras regresaba a mi mesa sentía en lo más hondo con una sensación de victoria que, como una ola gigantesca que golpea la orilla, la felicidad crecía dentro de mí a cámara lenta a punto de arribar a mi futuro.
Treinta mil kurdos y un millón de armenios fueron asesinados en esta tierra y nadie se atreve a hablar de ello excepto yo.
La pintura es silencio para la mente y música para los ojos.
Mi miedo no era temor de Dios, sino, como el de toda la burguesía laica turca, temor a la ira de los que creen demasiado en Dios.
En realidad nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras lo vive.
Con las ventanas de su mente abiertas de par en par, todo lo percibía con una enorme profundidad exceptuando la pantalla del televisor que tenía delante y, como esos viajeros que al regresar después de un largo viaje encuentran sus casas, sus cosas y sus habitaciones extrañas, pequeñas, distintas y viejas, miraba sorprendida los objetos que la rodeaban, las mesillas y las arrugas de las cortinas.
Si la felicidad consistía en vivir de manera consciente la vida que se ha escogido, era feliz.
Ahora sé que no cambiaría nada demostrar que la vida que vivimos no es sino el sueño de otro.
Luego íbamos a un café para leer de nuevo el libro y hablábamos de él sin parar, sin parar durante horas. Aquello era amor y a veces pensaba que, como en las películas, el amor era el único medio de traer un universo lejano hasta el nuestro.
Si el viajero que se sentaba junto a la ventana no hubiera estado tan cansado del viaje y hubiera prestado un poco más de atención a los enormes copos que descendían del cielo como plumas, quizá hubiera podido sentir la fuerte tormenta de nieve que se acercaba y quizá, comprendiendo desde el principio que había iniciado un viaje que cambiaría toda su vida, habría podido volver atrás.
Me gustaba leer libros de la misma manera que me gustaba ir al cine u hojear revistas y periódicos. No lo hacía porque esperara que me sirviera para algo ni porque persiguiera un objetivo como, qué sé yo, sentirme superior a los demás, más sabio o más profundo. Incluso me atrevo a afirmar que el hecho de convertirme en un ratón de biblioteca me enseñó a ser modesto.
Todos los estudiantes de derechas eran religiosos y todos los de izquierdas eran nacionalistas.
Los libros, aunque los tomamos por consuelo, solo añaden profundidad a nuestra desdicha.
Un día leí un libro y toda mi vida cambió.