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Todo es un tablero de ajedrez de noches y días, donde el destino, con hombres como piezas, juega: Acá y acullá mueve, y da jaque mate y mata, y uno por uno, vuelve a ponerlos en la caja.
Omar Jayam
Bajo el verdor con un poco de pan, vino, el libro de un poeta, y tú cantando a mi lado en el desierto, ¡el desierto me sería un paraíso!
¡Y pensar que hay insensatos que en esta misma hora sueñan con riquezas y distinciones! ¡Qué sedosa es tu cabellera, amada mía!
Si has injertado en tu corazón la rosa del amor, tu vida no ha sido inútil.
Al mundo, ¿a qué venimos? Después, ¿por qué nos vamos? ¿Qué quiere esta existencia que nos ha sido impuesta? Arden las almas bajo su peso y se convierten en cenizas, mas yo no logro ver la hoguera..
Hermano: no nos preocupemos por el mañana. Aprovechemos este soplo de vida. Mañana todos abandonaremos esta posada y nos pareceremos a los muertos de hace diecisiete mil años.
Sólo alcancé la paz definitiva el día en que abandoné todo con desprecio y pude comprender, al fin, que no se puede afirmar ni negar nada.
Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.
Con la misma indiferencia que corren las aguas por los ríos y pasa el viento del desierto, así un nuevo día se ha ido de mi existencia. Hay dos días por los cuales mi corazón jamás ha languidecido: ese que no ha llegado aún y ese que ya pasó.
Un jardín, una cimbreante doncella, un cántaro de vino, mi deseo y mi amargura: he aquí mi paraíso y mi infierno. Pero, ¿quién ha recorrido el cielo o el infierno?
Los hechos, las porfías de la vida son como ruidosas cacerías. Rapidísimos huyen los días vocingleros, como si fuesen liebres a las cuales persigue un cazador eterno.
Si sabes que nada puedes hacer contra tu destino, ¿por qué te produce ansiedad la incertidumbre del mañana? Si no eres tonto, goza del momento presente.
El vino es color de rosa. Quizás no sea la sangre de la vid, sino la sangre de las rosas.
El ayer ya dispuso del hoy la suerte triste.
El alba vuelca sus rosas en la copa del cielo...
Pues si todo lo tienes en el vino, dime, mercader, ¿por qué lo vendes?
Olvida que deberías haber sido recompensado ayer y no lo fuiste. ¡Qué importa, sé feliz! No eches de menos ninguna cosa ni esperes nada tampoco. Lo que ha de suceder, escrito está en el libro que hojea, al azar, el viento de la eternidad.
Dices que cada nueva mañana nos trae mil rosas; sí, pero ¿dónde están los pétalos de las rosas del ayer?
¿Sabes lo que te puede acontecer mañana? Ten confianza, pues, de lo contrario, no dejará el infortunio de justificar tus temores. No te apegues a nada. No interrogues los libros ni a los hombres: él destino es inescrutable.
El día que pasas sin amar es el más inútil de tu vida.
No busques la felicidad: la vida es breve como un suspiro.
He aquí la única verdad. Somos los peones de la misteriosa partida de ajedrez que juega Alá. Él nos mueve, nos detiene, vuelve a empujarnos, y al final nos arroja, uno a uno a la caja de la nada.
Los sabios de mayor renombre caminaron en las tinieblas de la ignorancia; fueron, sin embargo, las lumbreras de su tiempo.
No dudes de disfrutar del vino y de las mujeres, pues tarde que temprano tendrás que dormir bajo la tierra, y no le cuentes esto a nadie. La amapola marchita no vuelve a florecer.
Tú que vendes tu vino por dinero, ¿qué podrás comprar con el dinero que sea mejor que la embriaguez del vino?
Antes de nuestra vida nada le faltaba al mundo; después de nuestra partida, nada le faltará.
A nadie pedí la vida. Me esfuerzo por aceptar, sin júbilo ni rabia, todo lo que la vida ofrece. Partiré sin preguntar al prójimo acerca de mi curiosa permanencia en este mundo.
No te ilusiones con tu riqueza y tu belleza, puedes perderlas; aquella en una noche, ésta en una fiebre.
¡Qué mezquino el corazón que no sabe amar! Si no estás enamorado, ¿cómo puedes gozar con la deslumbrante luz del sol o la suave claridad de la luna?
Detén tu marcha y trata de ser feliz.
Cuando vaciles bajo el peso del dolor, y estén ya secas las fuentes de tu llanto, piensa en el césped que brilla tras la lluvia; cuando el resplandor del día te exaspere, y llegues a desear que una noche sin aurora se abata sobre el mundo, piensa en el despertar de un niño.
Detén tu marcha y trata de ser feliz. ¿Por qué te afliges, pequeña mía? Dame vino; la noche se acerca.
Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.
Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque en vano.
A pesar de la felicidad que tuvimos, no adoro el pasado. ¡Es tan honda la dulzura del presente!
Para el sabio, la tristeza y la alegría son semejantes, lo mismo que el bien y el mal; para el sabio, todo lo que tuvo principio debe tener también fin. Considera, por tanto, si hay razón para que te alegres con la ventura que llega, o te entristezcas con la desgracia que no esperabas.
Llamas que el viajero olvida, cenizas que dispersa el viento: he ahí la vida del hombre.
¡La vida pasa, rápida caravana! Detén tu montura y procura ser feliz.
Alguien me dijo un día: No bebas más, Khayyam. Cuando bebo - repuse - comprendo lo que dicen la rosa, la amapola y el jazmín, y aun comprendo lo que decir no saben los libros ni mi amada.
Vive plenamente mientras puedas y no calcules el precio.