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Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, pues en esta vida, gracias a Dios, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto.
Noel Clarasó
Suprimir toda palabra inútil. Simplificar la frase. Simplificar la idea. Suprimir, suprimir. Esta es la fórmula para escribir bien, y para hacerlo todo bien.
A veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo.
Ser capaz de morir por una idea no es grandeza. La grandeza es tener la idea.
Es un necio quien no puede enfadarse; pero es un sabio quien no se enfada, pues el enfado nada compone y sólo castiga al mismo que se enfada.
Ante un hombre fuerte, muéstrate decidido y determinado. Es la única manera de que este hombre te aprecie. En la vida se dan muchos casos de alianzas entre los débiles. Alguien ha dicho que los tontos siempre se reconocen y se reúnen.
Vive cada día como si fuera el único de que dispones para ser feliz, para gozar y para aprovechar el tiempo.
La misión del escritor no consiste en decir lo que piensa, sino en decir lo que los otros creen que han pensado alguna vez.
Hay dos clases de virtudes: las que hacen ganar el cielo y las que hacen ganar la tierra.
Tratarse mal sin enfadarse es una de las mayores delicadezas de la verdadera amistad. Que puede ser superada por otra delicadeza: la de tratarse siempre bien.
Ni el presuntuoso ni el fatalista están formados. Malo es el optimismo no razonado del primero, y malo también el pesimismo sistemático del segundo. La alegría es necesaria siempre, pero el optimismo ha de ser razonado.
Una de las leyes fundamentales de la cortesía es la resistencia al primer impulso.
Nadie puede cambiar su pasado, pero todo el mundo puede contarlo al revés.
Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto.
No pierdas tan bellas ocasiones de callar, como a diario te ofrecerá la vida.
La bigamia es una institución en la que sobra una mujer; en esto se parece a la monogamia.
Soltero: un hombre que ha desperdiciado la oportunidad de hacer desgraciada a una mujer.
La vida, biológicamente, es lucha, y el que rehúsa esta lucha degenera. Renunciar a la lucha no es virtud, sino cobardía. La lucha es biológicamente necesaria para la conservación de las especies.
Las herencias y las viudas guapas nos ayudan a consolarnos del drama de la muerte.
Siempre hay algo por hacer, que si no lo haces tú, no lo hará nadie. Nunca las cosas se arreglan solas. Ríete, y el mundo entero reirá contigo.
El hombre se dedica a desear en voz alta aquello que jamás se esfuerza en alcanzar.
El reparto más equitativo que existe es el de la inteligencia: todo el mundo cree tener suficiente.
Hay que tener en cuenta que aunque el hombre se siente capaz de todo por amor, el amor no aumenta en nada la habilidad personal.
Los humoristas y los filósofos dicen muchas tonterías, pero los filósofos son más ingenuos y las dicen sin querer.
Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas.
El amor es como los huéspedes. Lo que importa no es creer en ellos, sino saberlos recibir cuando se presentan, aprovecharlos mientras están, y despedirlos con cortesía cuando se marchan.
No seas desproporcionado en tus ambiciones. Pretende sólo aquello que puedas obtener con toda seguridad. Sitúata sólidamente en el puesto que te corresponde. Una persona en un puesto superior a su capacidad es un espectáculo deplorable.
El que no lleva la belleza dentro del alma no la encontrará en ninguna parte.
La vida es un naufragio en el que, a última hora, sólo se salva el barco.
Siempre que tengas una queja contra alguien, no la formules hasta dos días después, cuando la pasión se haya desvanecido ya. Bajo el efecto de una pasión se obra con menos inteligencia.
Ve en derechura al hecho, pausadamente, y aporta por anticipado las medidas que deben adoptarse para paliar cualquier contratiempo y reducir las consecuencias a su mínima expresión.
El hombre que a los 20 años no cree en la mujer no tiene corazón, y el que sigue creyendo en ella a los 40 ha perdido la razón.
Uno de los grandes secretos del trato con los hombres consiste, para los inteligentes, en fingir menos inteligencia de la que tienen, y para los tontos, en fingir más.
El amor tiene dos momentos deliciosos, el primero y el último; lo malo es el tiempo que transcurre entre ellos.
El hombre no es menos partidario del matrimonio que la mujer; las estadísticas demuestran que el cincuenta por ciento de los casados son hombres.
Dar la espalda a la sombra y volver el rostro a la luz, por débil que sea. Busca siempre un camino de salvación, una zona de bienestar, un medio de seguir adelante. Nunca se deja de hallarlos.
A ningún pobre le consuela saber que en el mundo ha habido siempre ricos y pobres.
Indudablemente la época más feliz del matrimonio es la luna de miel; lo malo es que para repetirla, han de suceder cosas muy desagradables.
Las grandes ideas son aquellas de las que lo único que nos sorprende es que no se nos hayan ocurrido antes.
Con dinero se puede comprar todo, menos la felicidad, que es mucho más barata y mucho más cara a la vez.