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Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres.
Nicolás Maquiavelo
En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.
Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza.
... el príncipe tiene que elegir de entre todos los animales a la astucia del zorro y la fuerza del león...
Cuando uno ha sido buen amigo, encuentra buenas amistades aun a pesar suyo.
Solamente es duradero un dominio que sea voluntario.
Un príncipe que haga valer su autoridad se siente obligado con frecuencia a no ser bueno. Pues cuando la clase, sea el pueblo, los soldados, los nobles o quien juzguéis necesario para vuestro apoyo, es corrupto, debéis adaptaros a su humor y satisfacerlo, en cuyo caso la conducta virtuosa solo conseguirá perjudicaros.
No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad.
... un príncipe debe tener dos miedos: uno interno, de sus súbditos, y otro externo, de los extranjeros poderosos...
Castigar a uno o dos transgresores para que sirva de ejemplo es más benévolo que ser demasiado compasivo.
... los ejércitos mercenarios y los auxiliares son inútiles y peligrosos...
El fin justifica los medios.
El Príncipe debe hacer uso del hombre y de la bestia: astuto como un zorro para evadir las trampas y fuerte como león para espantar a los lobos.
La paz con la esclavitud es más pesada carga que la guerra con libertad.
Un hijo puede llevar con resignación la pérdida de su padre, pero la pérdida de su patrimonio puede reducirle a la desesperación.
... haga, pues, el príncipe lo necesario para vencer y mantener el estado, y los medios que utilice siempre serán considerados honrados y serán alabados por todos...
Es imposible que los que mandan sean reverenciados por los que desprecian a Dios.
Los hombres son ingratos, frívolos, mentirosos, cobardes y codiciosos; mientras uno los trate bien lo apoyan... pero cuando uno está en peligro se vuelven contra él.
... es más sensato quedarse con la fama de tacaño, que genera una mala fama sin odio, que por buscar la reputación de liberal, ganarse la fama de ladrón que genera mala fama y odio a la vez; se debe ocultar el liberalismo...
... el desprecio nace cuando al príncipe se le considera inestable, superficial, afeminado, pusilánime e indeciso...
El cielo, el sol, los elementos, los hombres, han sido siempre los mismos.
Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten.
... el príncipe no debe preocuparse de incurrir en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el estado...
... el odio nace cuando el príncipe roba y usurpa los bienes y las mujeres de sus súbditos, de lo cual tiene que abstenerse...
La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.
La política es el arte de engañar.
La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad.
Creo que el verdadero modo de conocer el camino al paraíso es conocer el que lleva al infierno, para poder evitarlo.
... la crueldad esta bien usada cuando se la emplea una sola vez por la necesidad de afianzar el poder y después no se repite...
Todo lo que tiende a favorecer la religión debe ser bienvenido, aun cuando se reconozca su falsedad; más aún conociendo la naturaleza humana.
No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de nuevas leyes.
La liberalidad se devora a sí misma, pues a fuerza de ejercerse se agota.
... aquel que en un principado no advierte los males cuando nacen no es verdaderamente sabio, y es un don que pocos tienen...
Los hombres son tan simples, y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.
Es un mal ejemplo no observar una ley, sobre todo por parte del que la ha hecho.
El buen ciudadano debe amar a todos, dar lo bueno y tener compasión de los malvados.
Los odios de los hombres generalmente nacen del temor o de la envidia.
Es mejor que el Príncipe sea considerado mezquino, ya que la avaricia es uno de los vicios que sostendrán su régimen.
No hay que atacar al poder si no tienes la seguridad de destruírlo.
Un príncipe... Jamás predica otra cosa que concordia y buena fe; y es enemigo acérrimo de ambas, ya que, si las hubiese observado, habría perdido más de una vez la fama y las tierras.