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Nada hay dentro de la nación superior a la nación misma.
Nicolás Avellaneda
Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla (tomada de Cicerón).
Los placeres que proporciona la lectura son de todo tiempo y de cualquier lugar, y son los únicos que puede renovar a su albedrío.
Los indios eran un puñado de salvajes que impedían ocupar en nombre de la ley del progreso los territorios más ricos y fértiles de la República.
Hay dos millones de argentinos que ahorrarán hasta sobre su hambre y sed para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.
Honraremos la deuda externa sobre el hambre y la sed del pueblo...
El libro es enseñanza y ejemplo. Es luz y revelación.
Leamos para ser mejores, cultivando los nobles sentimientos, ilustrando la ignorancia y corrigiendo nuestros errores antes que vayan con perjuicio nuestro y de los otros a convertirse en nuevos actos.
Cuando oigo decir que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.
La propiedad territorial fácil y barata debe ser la enseña de leyes venideras, para vencer en su nombre y con su obra el desierto, cambiando el aspecto bárbaro de nuestras campañas.
Hasta nuestro propio decoro como pueblo viril nos obliga a someter cuanto antes, por la razón o por la fuerza, a un puñado de salvajes que destruyen nuestra principal riqueza y nos impide ocupar definitivamente en nombre de la ley del progreso y de nuestra propia seguridad los territorios más ricos y fértiles de la República.
Leer es multiplicar y enriquecer la vida anterior.
¿Qué son el ocio y la indolencia, sino las formas plásticas del egoísmo?