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Dad a tiempo los consejos y daréis muy pocos.
Niccolò Tommaseo
Que la ingratitud de los que reciben vuestros favores no os fuerce a arrepentiros de haberlos hecho, sino que sirva para enseñaros a obrar el bien con un alma pura y desprovista de toda esperanza en los hombres.
No siempre carece de razón una persona cuando está airada; el hombre innoble no monta nunca en cólera.
La gratitud es una virtud más propia de los desgraciados que de los afortunados.
La ingratitud de aquellos a quienes hacemos bien no debe llevarnos a arrepentirnos del beneficio hecho, sino enseñarnos a obrar con ánimo más limpio de humanas esperanzas.
¿Queréis libraros de algunos e inoportunos que os llaman amigo? Pedidles un favor que no satisfaga su vanidad.
El hombre que en las obras del ingenio o del valor no aspira más que a superar a otro hombre, no tiene una recta idea ni de la belleza ni de la honestidad.
La verdad es como la luz: una y varia; y como la naturaleza: una y fecunda; y como Dios: una e inmensa.
No siempre yerra el que se irrita; el vil nunca monta en cólera.
Dad consejo a tiempo y daréis pocos.
Lo que hace peligrosa la conversación con una mujer hermosa, es que cualquier movimiento de su rostro parece un movimiento que pide u ofrece amor.
La expectación del placer es tal vez más torturadora que el miedo.
La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.
El hastío es una tristeza sin amor.
El matrimonio es como la muerte: pocos llegan a él suficientemente preparados.
No pueden llegar a amarse totalmente sino los que tienen un fin común para todos sus actos, y esto no se da sino entre las almas honradas.
El hombre a quien el dolor no educó, siempre será un niño.
La soberbia es el vicio más frecuentemente castigado, y, sin embargo, el más difícil de curar.
La belleza de las cosas, más que su utilidad, es la que eleva el alma a Dios.