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El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas.
Napoleón Bonaparte
El hombre superior es impasible por naturaleza: le da igual que le elogien o censuren.
La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.
No tengo más que al pueblo y a los militares hasta el grado de capitán; el resto me temen, pero no puedo contar con ellos.
Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a sus gobernados.
Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito.
La mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás.
El amor es una tontería hecha por dos.
Las bases indispensables de la sociedad son el ocio y el lujo.
El primer bien de las naciones reside en su independencia y en su existencia política.
Al morir dejo dos vencedores, dos Hércules en ciernes: Rusia y Estados Unidos de América.
Los hombres que han cambiado el mundo no lo han conseguido remplazando a los gobernantes, sino siempre agitando a las masas.
Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité.
Nuestro ridículo defecto nacional es no tener mayor enemigo de nuestro éxito y de nuestra gloria que nosotros mismos.
Si no existiera el papa habría que crearlo para esta ocasión, como los cónsules romanos creaban un dictador ante situaciones dificiles.
Después de la victoria, ya no hay enemigos, sino solamente hombres.
La envidia es una declaración de inferioridad.
No hay ningún general que no crea tener los mismos derechos al trono que yo. No hay ningún hombre influyente que no crea haber dirigido mi marcha el 18 de Brumario. Estoy obligado, pues, a ser muy severo con estos hombres. Si me familiarizase con ellos no tardarían en repartirse mi poder y el tesoro público. No me quieren, pero me temen, y eso es suficiente.
El más peligroso de nuestros consejeros es el amor propio.
Una retirada a tiempo es una victoria.
En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca.
¿Cómo se puede tener orden en un estado sin religión? La religión es un formidable medio para tener quieta a la gente.
Tranquilizar el espíritu es la mejor manera de curar el cuerpo.
Nunca encarcelaremos a la opinión, y reprimiéndola sólo la exacerbamos.
La Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente, con un poder que vence a todo cuanto se le opone.
Todo soldado francés lleva en su cartuchera el bastón del mariscal de Francia.
A los hombres se les debe gobernar con guante de acero dentro de guante de terciopelo.
Para dirigir bien la política es necesario hacerlo sin pasión. Recelad del odio; escuchadlo todo y no os pronunciéis jamás sin haber dado a la razón tiempo para volver.
En la victoria lo merecemos, en la derrota lo necesitamos.
Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes.