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Cada ocasión desaprovechada en la juventud es una probabilidad de desgracias para lo futuro.
Napoleón Bonaparte
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición.
Discutir en el peligro es apretar el dogal.
Los ingleses de primer rango tenían orgullo, por desgracia los nuestros sólo tenían vanidad; ahí reside la gran diferencia que caracteriza a los dos pueblos.
Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
Todo el secreto de gobernar consiste en saber cuándo es necesario quitarse la piel de león para ponerse la de zorro.
Imponer condiciones excesivamente duras es dispensar de su cumplimiento.
El paraíso es un lugar central al que las almas de todos los hombres llegan por caminos diferentes; cada secta tiene su ruta particular.
Nada puede ir bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos.
Mas vale tener un enemigo conocido que un amigo a la fuerza.
Quien practica alguna virtud sólo con la esperanza de alcanzar así un gran nombre, está muy próximo al vicio.
Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común.
La mayor parte de aquellos que no quieren ser oprimidos, quieren ser opresores.
La religión es el reposo del alma, la esperanza. Es el bote salvavidas de los infelices.
No hay subordinación en el temor que prevalece en los estómagos vacíos.
Es más fácil dejar de hablar de política que moderarse.
El ajedrez es un juego sin par; regio e imperial.
La masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad o por necesidad.
El medio más seguro de guardar la palabra es no darla nunca.
Es más fácil engañar que desengañar.
El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía.
Una de mis grandes ideas había sido la unión, la concentración de los mismos pueblos geográficos que se disuelven y dividen. Me hubiera gustado hacer de estos pueblos un solo y mismo cuerpo nacional, con un cortejo tal hubiera sido bello avanzar hacia la bendición de los siglos. Yo me sentía digno de tal gloria.
Con audacia se puede intentar todo, mas no se puede conseguir todo.
En cuantas cosas emprendemos hay que conceder dos terceras partes a la razón y la otra tercera a la casualidad: aumentad la primera fracción y seréis pusilánimes; aumentad la segunda y seréis temerarios.
Si la obediencia es el resultado del instinto de las muchedumbres, el motín es el de su reflexión.
Hay dos clases de fidelidad: la de los perros y la de los gatos; vosotros, señores, tenéis la fidelidad de los gatos, que nunca abandonan la casa.
Los trapos sucios hay que lavarlos en secreto.
Nos batimos más por nuestros intereses que por nuestros derechos.
Es importante que el pueblo de París no se crea que es la nación.
Hay tantas leyes que nadie está seguro de no ser colgado.
Cada hora de tiempo perdido en la juventud es una posibilidad más de desgracia en la adultez.
Hay que presentarse ante los enemigos y ponerles buena cara; si no, creen que se les teme y eso les hace intrépidos.
Levantar un andamio no es edificar.
Es necesario sembrar para el futuro.
Cuando China despierte, el mundo temblará.
El porvenir de un hijo es siempre obra de su madre.
La sabiduría más verdadera es una resuelta determinación.
Hace falta más valor para sufrir que para morir.
El necio lleva siempre una ventaja sobre el juicioso: siempre está contento de sí mismo.
Una gran reputación es un gran ruido: cuando más aumenta, más se extiende; caen las leyes, las naciones, los monumentos; todo se desmorona. Pero el ruido subsiste.