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¿Qué respuesta daríais a quien os preguntase: Quieres caer mejor en manos de un médico o de un abogado? La misma que a quien os intimase: ¡La bolsa o la vida!
Moritz Gottlieb Saphir
Las mujeres consideran el matrimonio como una comedia que empieza con la boda; los hombres, como una tragedia que termina con la muerte.
Todos deben casarse; no es lícito sustraerse egoístamente a una calamidad general.
¡Dinero y crédito! Dos cosas raras. Se tiene necesidad de dinero cuando no se posee, y se cuenta con crédito, especialmente, cuando no se tiene necesidad de él.
Pasa con el ingenio lo mismo que con el dinero: el que tiene mucho, gasta sólo lo que considera indispensable; el que nada posee, hace sonar lo poco que ha conseguido de prestado.
Cuantos más abogados, más largo el proceso; cuantos más médicos, el proceso más corto.
La memoria de las mujeres es muy extraña: se acuerdan del primer amante aun al cabo de treinta años; del segundo se olvidan en tres días.
La verdad es una ortiga; el que la roza apenas, se pincha; al que la coge con fuerza y resolución no le hace nada.
Todos se olvidan de uno, los parientes, los amigos, las novias, hasta los mismos enemigos; todos menos los acreedores. Por tanto, procura contraer el mayor número de deudas que te sea posible, si quieres vivir en la memoria de los demás.
En el matrimonio la mujer toma el apellido del hombre, como un vencedor el nombre de una batalla ganada.
La humanidad cesa de lanzar piedras contra sus espíritus superiores tan pronto les puede levantar un monumento.
Algunas oficinas son como los cementerios. En cada una de sus puertas podría inscribirse: Aquí yace don Fulano de Tal.