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Hay dos clases de hombres: los que piensan y los que se divierten.
Montesquieu
Para hacer grandes cosas no hace falta ser un gran genio, no se ha de estar por encima de los hombres, sino entre ellos.
Los intereses particulares hacen olvidar fácilmente los públicos.
El Poder detiene al Poder.
Para obtener éxito en el mundo, hay que parecer loco y ser sabio.
El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro.
El gobierno peor es el que ejerce la tiranía en nombre de las leyes.
Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento.
Cuanto menos piensan los hombres, más hablan.
La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.
Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad.
Cuando nacen las sociedades, los jefes de un Estado son los que dan a éste su carácter especial. Después, este carácter especial es el que forma a los jefes de Estado.
Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder controle el poder.
La virtud debe tener límites.
El gobierno debería establecerse de modo que ningún hombre pueda temer a otro.
La principal ocupación de mi vida consiste en pasarla lo mejor posible.
Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella.
Nada graba tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa como el deseo de olvidarla.
El deporte gusta porque halaga la avaricia, es decir, la esperanza de poseer más.
Hay que estudiar mucho para saber poco.
Cuando los hombres prometen a una mujer que la amarán siempre suponen a su vez que ellas les promenten ser siempre amables; si ella falta a su palabra, ellos no se creen obligados por la suya.
Cuando visito un país, me preocupa menos conocer cuáles son sus leyes que saber si se aplican.
La verdadera fuerza de un príncipe no consiste tanto en su capacidad para vencer a sus vecinos como en lo difícil que pueda ser para éstos atacarlo.
El que estando enfadado impone un castigo, no corrige, sino que se venga.
La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
Máxima admirable: no hablar de las cosas hasta después de que estén hechas.
No comparto lo que dices pero defendere hasta la muerte tu derecho a decirlo.
He observado muchas veces que para prosperar en este mundo hay que tener aire de tonto, pero sin serlo.
El hombre que escribe bien, escribe, no como los demás, sino como él mismo.
Cuando ciertos salvajes quieren coger el fruto, cortan el árbol por el pie y arrancan el fruto. He aquí la imagen del gobierno despótico.
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.
La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten. Si un ciudadano tuviera derecho a hacer lo que éstas prohíben, ya no sería libertad, pues cualquier otro tendría el mismo derecho.
Hay que conocer el valor del dinero: los pródigos no lo conocen y los avaros menos aún.
Nada agravia tanto a los hombres como ir contra sus ceremonias y costumbres.
Es menester haber estudiado mucho para llegar a saber un poco.
Estoy enamorado de la amistad.
No hay tiranía más cruel que la que se perpetra bajo el escudo de la ley y en nombre de la justicia.
Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad.
Las costumbres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; las mujeres, pues, hacen las leyes.
Se ama más a los nietos que a los hijos. Es que uno sabe con bastante exactitud la ayuda que consigue de su hijo, la suerte y el mérito que tiene; pero espera y confía en su nieto.