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Todo el mundo ama y admira a la mujer coqueta, la única excepción es su marido.
Molière
Uno debería mirarse bien a uno mismo antes de juzgar a otros.
Cuando se quiere dar amor, hay un riesgo: el de recibirlo.
Los autores suelen tener el defecto de tiranizar las conversaciones hablando sólo de sus obras.
La amistad pide un poco más de misterio; enarbolarla con cualquier motivo equivale a profanar su nombre.
Ningún hombre es tan bueno, que, al ser expuesto a las acciones de la ley, no sería condenado a la horca por lo menos diez veces.
El dinero es la llave que abre todas las puertas.
El papel de hombre de bien es el más fácil de representar.
Nadie es capaz de evitar el amor, y nadie es capaz de evitar que su amor se acabe.
No hay nada tan conmovedor como un enamorado que se llega a las puertas de la amada y cuenta sus dolencias a los goznes y a los cerrojos.
Prefiero un vicio tolerante a una virtud obstinada.
El amor no distingue de personas.
Nosotros no participamos de la gloria de nuestros antepasados, sino cuando nos esforzamos en parecérnosles.
En batallas del amor siempre les toca perder a los tímidos.
Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca.
No hay por qué ser esclavos de esos fingidores, que hay tantos falsos devotos como falsos valientes, y así como no se ve qué, allí donde el honor los conduce, los verdaderos valientes sean los que más bullicio hacen, así los buenos y verdaderos devotos, merecedores de que se sigan sus huellas, no son los que tanto gesticulan.
Somos más sociables y nos hacemos estimar más por vuestro corazón que por nuestro talento.
Casi todos los hombres mueren de sus medicinas, no de sus enfermedades.
Algunos están destinados a razonar erróneamente; otros a no razonar en absoluto, y otros a perseguir a los que razonan.
No es precisamente la razón la que dicta sus normas al amor.
Nunca se dio el caso de conquistar un corazón por la fuerza.
El envidioso puede morir, pero la envidia nunca.
La tristeza es una enfermedad en la que cada paciente debe tratarse a sí mismo.
La serena razón huye de todo extremismo y anhela la prudencia moderada.
Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes.
Vivir sin amar no es, propiamente, vivir.
Lo primero que hace una mujer cuando quiere que un hombre la alcance es echar a correr.
Más vale morir dentro de las reglas que escapar a la muerte contra las reglas.
Cien veces os he dicho, siendo vos pequeño, que en este mundo la virtud es siempre perseguida. Porque mueren los envidiosos, pero la envidia jamás.
Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos.
El que vive sin tabaco no merece vivir.
La hipocresía es el colmo de todas las maldades.
La mujer es como la hiedra, que crece en todo su esplendor mientras se enrosca al árbol, pero no vale para nada cuando se la separa de él.
Prefiero un vicio cómodo a una virtud fatigosa.
Si poseyeseis cien bellas cualidades, la gente os miraría por el lado menos favorable.
Oponerse directamente a las opiniones es el medio de echarlo todo a perder.
Cuando una mujer demuestra mucho ardor por un hombre lo hace, con frecuencia, para ocultar otra llama que tiene en el corazón.
Fácilmente nos dejamos engañar por aquellos que amamos.
¿Acaso no distinguís entre la devoción y la hipocresía? ¿Queréis tratarlas a ambas con igual idioma y rendir el mismo honor a la máscara que al rostro, igualar el artificio a la sinceridad, confundir las apariencias con las verdades, estimar al fantasma como, a la persona y a la moneda falsa como a la buena?
Un amante apasionado ama hasta los defectos de la persona a quien ama.