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Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende.
Miguel de Unamuno
Siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros.
Si un hombre nunca se contradice, es porque nunca dice nada.
¿Y qué es el derecho a la vida? Me dicen que he venido a realizar no sé qué fin social; pero yo siento que yo, lo mismo que cada uno de mis hermanos, he venido a realizarme, a vivir.
De razones vive el hombre, de sueños sobrevive.
No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos.
A un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse.
¡Belleza, sí belleza! Pero la belleza no es eso, no es la del arte por el arte, no es la de los esteticistas. Belleza cuya contemplación no nos hace mejores no es tal belleza.
El cristianismo es apolítico.
Vale más que en ansias de volar te broten alas, que no estés en tierra con tu único pájaro en mano.
La humildad consiste en transigir con la mentira.
Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre.
La libertad es un bien común y, mientras no participen todos en ella, no serán libres los que se crean tales.
La llamada por antonomasia cuestión social, es acaso, más que un problema de reparto de riquezas, de productos del trabajo, un trabajo de reparto de vocaciones, de modos de producir.
Si corres mucho es muy posible que te hundas en el pantano, si vas muy despacio es muy posible que te hundas en el pantano.
Acaso la enfermedad misma sea la condición esencial de lo que llamamos progreso, y el progreso mismo una enfermedad.
Antes hay que desconfiar del que busca razones por las que nos beneficia, que del que nos beneficia sin buscar razones.
A menos pensamiento, pensamiento más tiránico y absorbente.
¡Nada que no sea verdad puede ser de veras poético!
Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando.
En nosotros nacen y mueren a cada instante oscuras conciencias, almas elementales, y este nacer y morir de ellas constituye nuestra vida.
Saber llorar es la sabiduría de la sencillez.
La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá.
El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla y el hombre escucha.
Vuelve hacia atrás la vista, caminante; verás lo que te queda de camino.
La moda, es decir, la monotonía en el cambio.
Siente el pensamiento.
Hay veces en que me pongo a dudar si convendrá que los obreros sepan leer, en vista de las cosas que leen.
Leer mucho es uno de los caminos de la originalidad; uno es tanto màs original y proprio cuanto mejor enterado està de lo que han dicho los demàs.
Si sientes que algo te escarabajea dentro, pidiéndote libertad, abre el chorro y déjalo correr tal y como brote.
Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
El que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él.
El rico no es el que posee oro y plata, sino el que se contenta con poco.
El hombre es un producto social y la sociedad debe impedir que se pierda para ella.
Cuando hasta un supuesto error vuelve, es, creédmelo, que no ha dejado de ser verdad en parte, como, cuando uno reaparece, es que no murió del todo.
La inmortalidad del alma es un dogma filosófico pagano.
Qué aberración y no otra cosa es el hombre mera y exclusivamente racional.
Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas. Y la verdad se busca con humildad.